ASEO Y VIDA SOCIAL

Antes de la llegada de la televisión existía una intensa vida social que se hacía en las calles del pueblo. Todas las puertas de las casas tenían uno o dos poyos de piedra a los lados donde se sentaban los vecinos. Si hacía falta se sacaba sillas y los hombres se sentaban en el suelo. En el verano salían por las noches a tomar el fresco y allí hacían largas tertulias, contaban cuentos, historias, unas ciertas y otras imaginadas. Era un momento estupendo, ameno y divertido. No era raro sacar una palangana y lavarse los pies para irse a la cama lo que tenía entonces el mismo significado que hoy tiene una ducha.

Al caer la tarde, cuando la sombra aparecía en las calles, salían las mozas y mujeres en general con sus bastidores, ganchillos y demás útiles de costura a hacer sus bordados y composturas, hablando de sus cosas y compartiendo muy buenos momentos. Si el tiempo estaba más frío, en los días de sol se formaba corros en las resolanas de los corralejos, más resguardadas del viento.

Durante siglos las casas no contaban con aseos ni cuartos de baño. Generalmente la gente en casa se lavaba, pero muy raramente se bañaba. Hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX había quien en los veranos se bañaba en la charca del Cura. Las mujeres lo hacían con una bata al lado norte y los hombres completamente desnudos en el lado sur. Son muchas las personas que se han ahogado en la charca, no tanto porque sea peligrosa como porque casi nadie sabía nadar y se corría el riesgo de ahogarse por un simple resbalón o un hoyo inesperado. Fue tristemente célebre el ahogamiento de tres muchachas en 1922. Habían ido a lavar ropa, se pusieron a jugar, alguna resbaló y se ahogaron las tres intentando ayudarse unas a otras. Por su propia seguridad es muy importante que los niños aprendan a nadar lo antes posible.