Historia del templo

Fuese en el siglo VII o en el siglo VIII, visigoda o mozárabe, la basílica fue construida en el lugar del Trampal a partir de materiales que ya habían sido utilizados en una construcción anterior. Era una construcción monástica, que debió ser el centro espiritual cristiano más importante de una amplia zona. Sin embargo la presión del islam a partir del siglo VIII fue aumentando progresivamente y la vida del monasterio fue breve. Hacia el año 900 la iglesia fue abandonada y expoliados los mármoles y materiales nobles utilizados en su construcción. Su recuerdo se perdió durante más de 400 años.

Avanzado el siglo XV, consolidado de nuevo el cristianismo en el territorio tras la reconquista y recolonización de Extremadura, se reconstruye el templo y vuelve a ser ocupado por monjes, dedicados a la vida monástica y la agricultura. Se cree que fue entonces cuando la iglesia fue dedicada a Santa Lucía, martir veneciana del siglo XI. El monasterio debió vivir una etapa próspera y apacible durante unos 400 años, hasta principios del siglo XIX, cuando se sabe que fue convertido en fortín de las tropas francesas durante la invasión napoleónica. Expulsado el invasor, el edificio es de nuevo abandonado y el monasterio desaparece, pero no las huertas y frutales de su entorno, que continuaron en uso. Se transformó entonces el entorno en una simple explotación agrícola más, siendo usada la antigua iglesia como establo y almacén. Adosada a ella se construyó la vivienda del aparcero. El recuerdo religioso del lugar se mantuvo hasta principios del siglo XX con una romería desde el pueblo de Alcuéscar.

La iglesia del Trampal ha tenido por tanto dos etapas, la inicial en la alta Edad Media, breve y probablemente atribulada por hallarse en territorio musulmán, y una segunda más floreciente y larga que se inicia con la Edad Moderna y termina con la invasión francesa. Finalmente pasó a manos de particulares por la Desamortización.