Dentro de la decadencia de las Órdenes Militares iniciada con los Reyes Católicos al conseguir que el Papa les hiciese Maestres vitalicios de todas ellas - título que revalidó Carlos I de modo perpetuo - la pérdida de propiedades y beneficios de estas Órdenes ocasionó frecuente malestar. Las guerras que la Corona española mantenía en numerosos puntos de Europa consumían enormes cantidades de dinero y con frecuencia las ventas y créditos sobre propiedades reales eran aprovechadas como fuente de recursos. Parece ser que la venta en 1543 de unas tierras en Montánchez pertenecientes a la Orden que realizó Felipe II causó alguna controversia según se desprende del siguiente párrafo : Hecha representación ante su Majestad don Felipe II, como administrador perpetuo de las Ordenes Militares, de que en los partidos de Badajoz, Mérida y Montánchez había muchas tierras públicas concejiles y realengas, roturadas y labradas desde el año de 1542, y que de nuevo se iban rompiendo y usurpando otras, y que sobre su aprovechamiento sucedían muchas diferencias, pleitos y cuestiones ruidosas, todo lo cual cesaría vendiéndose por S.M. en propiedad a los Concejos y personas particulares que las labrasen como propias, con más cuidado del bien público, y que asimismo a los particulares resultaría gran beneficio y utilidad; pues en aquella comarca había mucha falta de tierra para labor y tenía abundancia de terrenos baldíos, por lo que atendiendo su Majestad que era conveniente vender algunas tierras y adjudicarlas en propiedad para ayuda de las necesidades tan notorias que entonces había. Por la Real Cédula despachada en San Lorenzo, a 2 de junio de 1589 confirió poder a don Antonio de Quirós y le cometió el encargo de vender algunas tierras en el partido de Montánchez por habérsele representado en dichos lugares había más de 30.000 fanegas de tierra baldía y de la calidad de las que se mandaban vender por concesión de Gregorio XIII en sus letras de 6 de abril de 1574. Por lo que en mi concepto fueron válidas las enajenaciones y verdaderas ventas las otorgadas por escritura en este partido, a pesar de haberse hecho sin consultar a la Orden de Santiago y de la cláusula testamentaria de Felipe II que manda se procure forma de volver dichas tierras a las Ordenes, pues en la Bula de Clemente VIII, revocatoria de la concesión hecha a Felipe II en 1593, de obligar a la restitución de los bienes incorporados a la Real Corona, o a la equivalente recompensa de lo enajenado con título de permuta, concediendo sólo que permaneciesen firmes las enajenaciones hechas por venta, respecto de haberse practicado con autoridad apostólica y buena fe pública, en cuyo caso se hallaban las enajenaciones del partido de Montánchez. Así, una vez que se presentó en la cabeza del partido Antonio Quirós, comisionado para la venta por S.M., se juntó el Consejo y por acuerdo del gobernador y los regidores perpetuos se compraron 3.061 fanegas de a 9.720 varas del marco de Mérida, de los ejidos y baldíos cuyas tierras se habían roturado y plantado de viña, en la cantidad de 729.528 maravedíes, pagaderos en cuatro años; en su escritura otorgada en Montánchez el 1589, se comprenden en las ventas casi todos los ejidos, la hoja de la Quebrada y Baldíos de las Navas y Quebrada. La villa de Arroyomolinos ofreció quedarse con todas las tierras roturadas y viñas de sus vecinos, con la mitad de una dehesa que tenía pro-indivisa con Montánchez, pagando la tasación hecha de 10 reales por fanega y 15 por la de viñas; comprando al efecto 3.304 fanegas por 449.340 maravedíes, pagados 50.000 en el primer año y 99.836 en cada uno de los cuatro años siguientes. La dehesa de Valverdejo, propia de la Corona y Mesa Maestral se vendió con aprobación Real y Pontificia en el 1755 a don Gaspar de Molina y Zaldívar, marqués de Ureña y conde de Jarandilla, regidor perpetuo de Mérida con voto en Cortes, en la cantidad de 204.202 reales y 32 maravedises, teniendo los aprovechamientos de invernadero, agostadero y frutos de bellotas. Anteriormente había comprado el aprovechamiento de hierbas de la dehesilla de esta jurisdicción el marqués de Castel Moncayo. Del mismo modo por esta época y posteriormente se enajenaron varios oficios propios de la Orden y de la Corona. Por concesión de Pío V se vendieron algunos pueblos y se devolvió otros sus jurisdicciones como las tenían antes; por este motivo Montánchez adquirió la Justicia Mayor en primera instancia el 11 de septiembre de 1567, recayendo el oficio en don Francisco de Fonseca que además era Alcalde Mayor, Gobernador de villa y tierra y capitán a guerra del partido. Se nombró también en 1567 ocho regidores perpetuos de villa, que sus nombres figuran en la escritura de compra de 1589, pero como consecuencia de un pleito que interpusieron los pueblos del partido contra esos regidores no fueron perpetuos. Además de estos oficios se enajenó en tiempos posteriores los de Fiel Almotacén - persona encargada de contrastar las pesas y medidas - en favor del Ayuntamiento, Contador de Visitas y Residencias, Alguacil Mayor, Guarda Mayor de Montes, Escribano de Rentas Reales y cuatro oficios de Procuradores. Fue propietario de la Escritura del Ayuntamiento don Diego Flores como consta por la Real Provisión de 1615, cuyo título lo adquirió por 84.375 maravedíes. El de Alguacil Mayor fue concedido en el año 1630 por el rey don Felipe III a don Antonio de Vera y Zúñiga, conde de la Roca, caballero de Santiago, del Consejo y Contaduría General de Hacienda por los servicios prestados en la guerra de Italia, con la facultad de nombrar teniente y la mitad de alguaciles, de entrar en el Ayuntamiento con capa y armado de espada y daga, de preceder a todos los Regidores y al Alférez Mayor y de llevar vara alta. En el año de 1701 don Fernando Ladrón de Guevara obtuvo el título de Alguacil Mayor, como sucesor de número del conde de la Roca. Después el Gobernador de la villa de Montánchez , don Alonso Ramírez de Arellano se negó a reconocer el nombramiento de Teniente de Alguacil Mayor hecho por la condesa de la Roca, cuyo oficio no se ejerció en el siglo XVIII por adeudar dicho título varias cantidades a la Real Hacienda, hasta que en el 1802 se mandó reconocer por tal a don Juan Ledo, quien fue recibido en el Ayuntamiento por el Justicia Mayor, haciéndole sentar después de los regidores y antes de los dos diputados de abastos y Procurador Síndico. El título de Guarda Mayor de montes con facultad de llevar las penas de denuncias fue expedido en Zaragoza el 16 de septiembre de 1644 a favor del duque de Abrantes y marqués de Valdefuentes, general de las Galeras del Reino de Portugal, quien lo obtuvo en la cantidad de 12.000 reales de plata. Tomó posesión personal entrando con espada y daga en las Salas Capitulares. En el mismo año fue tanteado dicho oficio por el partido . El título de Contador y Juez de visitas, residencias y comisiones de cuentas de propios, pósitos y arbitrios fue comprado en 1660 por don Juan de Torre Sanabria, vecino de Montánchez, por 600 ducados, pero en 1672 fue tanteado por el partido y se expidió título perpetuo a favor del alcalde mayor de la villa de Montánchez. Valga decir para quien no lo conozca que el tanteo es la facultad que por ley o costumbre jurídica tiene alguna persona para adquirir algo con preferencia a otros compradores y por el mismo precio. Por ejemplo el inquilino que ocupa un piso si el propietario lo pone a la venta. La Escritura de Rentas Reales pertenecía en el 1752 a don Alonso Antonio Casado Arias, residente en Madrid, quien compró este oficio a don Miguel Holgado Corbacho por 9.000 reales
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