Durante la Guerra de la Independencia (1808 -1813) Extremadura fue una vez más un gran campo de batalla donde se batieron los franceses una y mil veces con nuestros ejércitos y los aliados, como lo demuestran los diversos sitios de Badajoz, las batallas de Albuera y Medellín, las tres incursiones de Cáceres, de Jerez de los Caballeros y Frejenal, Arroyo de la Luz y la Roca. Esto bastaría para acreditar nuestra aportación. Pero hay más, nuestra propia comarca tomó parte en la expulsión de los Bonaparte, así lo demuestran las batallas de Miajadas, Trujillo, Puerto de Santa Cruz, Carrascal y en nuestros propios campos la Batalla de Arroyomolinos: El general francés Soult se mantenía en posesión de la Extremadura baja, apoyado por la división del general Girard, que también se mantenía sobre la comarca. El general español Castaños, reunió un nuevo ejército bajo la protección de la división Inglesa del general Hill. Haciendo gala de estrategia militar Soult dispuso que Girard marchase sobre Cáceres y sus alrededores con sus 3.000 infantes y 1.000 caballos para eliminar las tropas que hubiese podido reunir el general Castaños. Girard salió de Mérida y después de varios éxitos entre el Guadiana y el Tajo la columna francesa obligó a Castaños a refugiarse en Portugal. Tras varias escaramuzas llegaron los franceses a Arroyomolinos de Montánchez, donde se entregaron al pillaje y saqueo de la villa El día 27 de octubre de 1811 llegaron las tropas españolas y aliadas a la villa de Alcuéscar; el general inglés Hill con 14.000 hombres y el marqués de Zayas Comendador de Alcuéscar con 5.000, todos bajo las ordenes del general español don Pedro Girón. El marqués de Zayas tenía como ayudante al oficial don Diego Pacheco, a los que unía además cierto parentesco. Don Diego, estudiante en Salamanca, se alistó como voluntario al comienzo de la Guerra de la Independencia. Estas fuerzas llegaron a Alcuéscar con el fin de abastecerse de algunas provisiones, Al anochecer fueron informados que en el vecino pueblo de Arroyomolinos se encontraba el francés Girard con sus tropas, quien no podía imaginar que las fuerzas enemigas estaba tan cercanas y se mantenía tranquilo y confiado. Antes del alba del día 28 las tropas españolas, listas para el ataque, partieron en busca de los franceses. Había caído aquella noche una ligera llovía acompañada de una densa niebla, lo que favoreció a nuestros soldados que, además, iban con gente que conocía bien el terreno, como por ejemplo el oficial don Diego Pacheco, natural de Alcuéscar y que sería más tarde general de brigada y abuelo de otro ilustre alcuesqueño: don Eduardo Hernandez Pacheco. El asalto comenzó unos minutos antes de despuntar el día con el estruendo de los primeros disparos. Los franceses fueron cogidos por sorpresa. En seguida se dieron cuenta que estaban perdidos; intentaron reagruparse en un par de ocasiones en el camino de Mérida pero les fue imposible, nuestros soldados no dieron tregua. Corrían abandonando las armas, banderas, estandartes y gallardetes. El propio general Girard tuvo que saltar por la ventana abriéndose paso con su espada. Al parecer quedó desarmado por el oficial Pacheco, porque en su casa se encuentra un fajín y espada que se dice fueron ganados en la batalla de Arroyomolinos. Los vecinos del pueblo al verse liberados por sus compatriotas salían a las calles gritando vivas a España y al ejército, guiando a los soldados y ayudándolos con horcas y cuanto podía servir como arma. La infantería se internó en la Sierra de Montánchez y la caballería lo hizo por la Castellana con total desconcierto. La contienda fue todo un éxito para nuestro ejército. El enemigo contó 400 muertos, 1.400 heridos y 1.300 prisioneros. Entre los heridos se encontraba el teniente general Brún y el coronel duque de Aremberg. Las tropas españolas y aliadas sufrieron 100 bajas entre muertos y heridos. Pasados seis días las patrullas que recorrían la comarca asesoradas por guías lugareños aún capturaban soldados franceses que estaban dispersos por todas partes, muchos de ellos heridos y desfallecidos de hambre. Esta batalla tuvo consecuencias muy negativas para el ejército francés; el propio general Soult acostumbraba decir Una sorpresa deshonra más a un oficial que una derrota, el soldado más valiente puede ser derrotado, pero el que se deja sorprender no es digno de ser oficial . El general Girard fue sustituido por el general Barrois. El escritor Inglés Richard Ford, ( 1796 -1858 ) que recorrió nuestro país a caballo años después escribió un libro titulado Manual para viajar por España, publicado en 1845, donde dice lo siguiente: Salgo de Mérida paso por la charca de Proserpina y comienza el terreno a cubrirse de jaras. Aquí y allá se levantan columnas militares romanas de la Vía de la Plata, de unos siete pies de alto, cada 8.800 metros y que marcan la gran calzada romana desde Mérida a Salamanca. A cuatro leguas y media en lo alto de la sierra de su nombre se encuentra Montánchez. Alcuéscar en la sierra de enfrente y Arroyomolinos abajo entre uno y otro, donde el 28 de octubre de 1811, Lord Hill capturó al general Girard en una trampa.... Y sigue narrando la historia de los hechos... La batalla fue tan importante y decisiva en la expulsión de los franceses, que en mayo de 1817 se creó una condecoración en conmemoración de la misma. Se trata de una Cruz que está formada por una estrella de seis puntas, con ribetes de oro y un sol en el centro con la inscripción: " Arroyomolinos 28 de octubre de 1811 " La cruz pende de una cinta blanca con cuatro listas moradas. Además de estos hechos memorables la participación de la villa de Alcuéscar en la Guerra de la Independencia no fue corta, el paso de tropas por la zona fue muy frecuente y muchos los sacrificios que hubo que hacer para soportar los gastos que ello ocasionaba.
|