D. LEOCADIO GALAN BARRENA

Un personaje no nacido en Alcuéscar pero que pasó casi toda su vida en el pueblo fue don Leocadio, cura de nuestra parroquia durante más de treinta años . A su biografía dedicamos el presente capitulo.

Don Leocadio Galán Barrena nació en Calamonte (Badajoz) el día 24 de febrero de 1910. Terminó la carrera sacerdotal en 1931, recién cumplidos los 21 años, pero no podía aún ejercer por no tener la edad canónica para hacerlo.

Llegó al pueblo de Alcuéscar el día 2 de septiembre de 1932 como coadjutor del entonces párroco don Emilio Alvarado que se encontraba muy enfermo y casi ciego. El recién llegado explica en su libro Razón de una Vida la impresión que le causó Alcuéscar. Dice

...fue fatal, el aspecto del pueblo, calles muy estrechas y empinadas, casas sin enlucir, pequeñas y gente muy pobre, con un problema social enorme. El pueblo tiene unas 5.000 almas, son muy pocos los ricos, no muchos los medianos y el resto de la población muy pobres. En el aspecto religioso los más cumplidores son la clase media y las familias pobres están supeditadas hasta en eso al señor que les da trabajo y jornales. En cuanto a los ricos - sigue diciendo don Leocadio - hay mucha 'sangre azul' refiriéndose a la soberbia o a la simple vanidad de ser rico, es decir, de tener dinero, que en muchas familias ni aún eso había, sólo con llevar un apellido, el de los ricos, con eso bastaba para tenerse por más que los demás y exigir el 'don' y no juntarse con los obreros ni con los de clase media.

La enfermedad de don Emilio no le permitía cumplir con sus obligaciones y pronto se hizo cargo don Leocadio de todos los asuntos de la parroquia. Corrían malos tiempos para la Iglesia, los años de la República - de 1931 a 1934 - que desembocarían en la Guerra Civil, considerada por Pío XII como una verdadera cruzada. Sigue diciendo don Leocadio en la obra citada:

En marzo de 1934 se celebró la primera asamblea de Acción Católica, donde los jóvenes que participaron lo hicieron tan valientemente que se hicieron los amos del pueblo frente a las hostilidades de aislados grupitos de jovenzuelos de otra condición.

Al estallar el Movimiento, elementos del pueblo 'rojo' todavía ignorantes de que en Cáceres habían fracasado nos insultaron atrozmente a un grupo de jóvenes de Acción católica y a mí, lanzando horrendas blasfemias. Me enfrenté a aquellos desalmados y recuerdo que les advertí que un día podrían salir del pueblo para no volver. Efectivamente, aquella misma noche saldrían para nunca más volver. Recuerdo que antes me había pasado otro episodio análogo: cuando pasé por la plaza unos mozos se burlaron de mí, rebuznando y soltando palabrotas. Les hice cara diciéndoles: os advierto que debajo de esta sotana hay unos pantalones y debajo de estos pantalones hay un hombre, y ahí quedó la cosa.

Según los testimonios de vecinos y otras personas consultadas don Leocadio fue molestado de palabra en algunas ocasiones pero nunca llegó la cosa a más.

Más adelante dice: Fui capellán de un batallón de ametralladoras de vigilancia que se encontraba cerca de Alcuéscar.

Es evidente que eran tiempos difíciles donde todos tenían la oportunidad de sacar la bestia feroz o el amor bondadoso que llevaban dentro. Nadie cree más en Dios que los pobres pero el pobre, que a veces lo es hasta en el entendimiento, cree que la imagen de Dios es la primitiva imagen de Jesucristo y de su doctrina. Cuando se le presenta otra imagen de Dios tan distinta a sus mandamientos no la entiende y se rebela.

D. Emilio Alvarado murió el día 6 de enero de 1937, tomando posesión don Leocadio como cura ecónomo. Pero él ya llevaba todos los asuntos de la iglesia desde mucho antes y participaba en todos los problemas sociales del momento. Una de las primeras cosas que hizo fue cambiar la costumbre que había en bodas y bautizos de que el cura acompañara a los familiares a comer en casa de la novia y en los entierros también era costumbre que el cura fuese a casa del fallecido a dar el pésame y rezar un responso al volver del cementerio, lo que también suprimió.

D. Leocadio era un hombre alto y delgado, muy bien parecido, muy enérgico, creo que es uno de los personajes que ha dejado más huella en la reciente historia de nuestro pueblo. Su carácter era de líder. Inteligente y apasionado en sus ideas, en sus sermones ponía todo su empeño para explicar las maldades de los que llamaban rojos.

Recuerdo que, siendo yo muy joven, cuando había alguna noticia política donde intervenían los rusos se preocupaba muchísimo y nos decía desde el púlpito:

- ¡Mirad que la viga ha rechinado, apuntalad bien el edificio antes que sea demasiado tarde! - y seguía hablando de Rusia y los peligros que corríamos con su política.

En su libro Alcuéscar esta es tu Historia dirigiéndose a los jóvenes de Acción Católica dice cosas como éstas:

Adelante, Cruzados, a luchar y a vencer
Sed valientes soldados de Jesucristo Rey
¿ Tu ideal ? combatir
¿ Tu victoria ? morir ¡ por tu Dios y su ley!
Hermano Cruzado no mancilles tu Cruz
Hermano Cruzado... Por la Cruz a la luz
¿ Podréis contra ellos ? - ¡Sí !
¿ Y los cobardes ?¡Atrás !
¿ Y los aliados del enemigo ?¡ Atrás, atrás !

Parece más un líder político que un representante de Cristo y hombre de paz, propenso a poner la otra mejilla, apaciguador de agitadores y perturbadores de la paz. Cuestión de carácter, dirán algunos, pecadillos que nadie ha de tener en cuenta. Pero en el pueblo hay una parte perdedora de la contienda que no ha podido perdonarle que estando en su mano no hiciera nada para evitar los crímenes de inocentes y desgraciados que se cometió, atrocidades que por omisión dejó que sucedieran sin intentar mediar siquiera. Algunas personas que vivieron aquellos años a las que he consultado me dicen que sacerdotes de otros lugares de la comarca se opusieron a las ejecuciones y no se cometió en otros pueblos los excesos que tuvieron lugar en Alcuéscar.

Tenía voz autoritaria y penetrante, dominaba la situación donde quiera que se encontrara. Recuerdo que un día, por Navidad, un grupo de niños íbamos con él cuando llamó nuestra atención dando unas palmados y nos dijo :

- ¡Atención niños!, mirad, os voy hacer un regalo, tengo pasteles, pesetas, libretas y lápices. - y poniendo sus dotes de sicólogo en marcha continuó - los que quieran el pastel aquí, los que quieran la peseta allá, y los que quieran la libreta y el lápiz a este lado.

Siempre sacaba el mayor provecho de cualquier situación, en este caso además de atraerse el afecto de los niños los conocería mejor y sabría como tratar a cada uno de ellos para sacar el mejor partido de su forma de ser de un modo tan simple.

D. Leocadio se consideraba un apóstol. Terminada la guerra civil quedaron muchas familias destrozadas y numerosos niños pidiendo por las calles. En ese tiempo la Iglesia tenía mucho poder e influencia que D. Leocadio utilizaba para pedir a los ricos a fin de dar cobijo y comida a los muchos jóvenes desamparados que acudían a él hasta tal punto que en el año 1940 creó la Formación Cristiana. Por el atractivo que tenía la religión en la coyuntura social del momento comenzaron a surgir vocaciones sacerdotales que el párroco aprovechó formando un seminario en 1942, lugar que utilizaba también para dar clases particulares a los hijos de guardias civiles y a algunos otros jóvenes que pagaban por ellas.

En la calle del Medio estaba el antiguo cuartel de la guardia civil, un caserón con un gran patio ocupado por 5 familias. Una noche estuvo don Leocadio - lo cuenta él en su libro - pensando en como podía hacerse con esa casa, que sería la solución de su problema. Sin pensarlo dos veces fue a casa de la dueña Dª. Florentina Cáceres Valverde, donde no tuvo que abrir la boca; le fue concedido y regalado en la primera petición, poniéndolo en marcha en el año 1943.

D. Leocadio era incansable, no tenía barreras para llevar a cabo sus proyectos. En 1949 comenzó su gran obra, los Esclavos de María y de los pobres, que más tarde se llamaría Casa de la Misericordia, también donado el terreno por la misma persona que el cuartel. Está en la carretera a la entrada del pueblo y todos la conocemos por la casa de don Leocadio.

Tenía verdadera pasión por las cruces y todo cuanto se relacionaba con ellas. Con ocasión de la primera Asamblea Eucarística en el año 1943, construyó la gran Cruz de piedra que hay en la cima del monte del Calvario, acompañada del Vía Crucis con las catorce cruces de piedra que partiendo de la salida del pueblo llegaban hasta la grande del monte citado.

También en septiembre de 1952 fue inaugurada la Ermita del Calvario, bajo la advocación de la Virgen de Fátima y en recuerdo de la II Asamblea Eucarística. Todas las obras fueron hechas con la aportación desinteresada del pueblo aunque en ocasiones con una cierta coacción de las autoridades. Bueyes, carretas y personas aportaron días de trabajo para la obra de don Leocadio, que unas veces cobraban y otras no.

En esa época de la dictadura era alcalde de la villa de Alcuéscar don José Barrero y ocurrían cosas que hoy causarían risa. Cuando alguien decía una blasfemia o hacía algo que no gustaba a las autoridades, le imponían una multa, pero no era una multa formal, con papeles. Tampoco hacía falta llevar razón o no, el alcalde le decía al sujeto

- ¡Llévale 25 (ò 50) pesetas a don Leocadio¡

Y el multado había de llevar en pocas horas a don Leocadio el dinero señalado sin opción a ninguna clase de protesta. Don Leocadio no oponía ningún reparo.

La expansión de su vocación no tenía límites, la obra de la Misericordia seguía creciendo pero él siempre quería más. Por ese tiempo ya estaba haciendo lo posible para construir un Monasterio en el Valle de la Jara lo que llevaría a cabo con unos trozos de tierra que le dieron y otros que compró él. Allí construyó una pequeña ermita donde internó a varios jóvenes que pertenecían a la Santa Esclavitud, llamándole Pía Unión de Esclavos de María y de los Pobres, para practicar una vida contemplativa y servirle a él como refugio para el estudio y la meditación. También construyó su tumba en forma de cruz para ser enterrado allí, pero el obispado no se lo consintió. Esto no tendría éxito y en poco tiempo los cinco alumnos que había, abandonaron el aparente paraíso del Valle de la Jara. Hasta que por fin en 1995, ya fallecido don Leocadio se construyó una nave con las necesidades aceptables para llevar a cabo la ilusión del sacerdote.

D. Leocadio tenía puesta toda su ilusión en la Casa de la Misericordia. En varias ocasiones quiso dedicarse a ella por completo. Entre 1959 y 1962 hubo numerosas defecciones o pérdidas de vocación de sus alumnos, de la mayoría de las cuales el culpaba a 'la sangre', o sea, a los familiares. Por fin el domingo día 6 de agosto de 1962, después de casi 30 años de regir la parroquia de Alcuéscar, la entregó a don Nicolás García González de quien el pueblo guarda el mejor de los recuerdos que párroco alguno haya dejado en Alcuéscar.

Don Leocadio gustaba mucho de todo lo relativo a la esclavitud, pobreza, dolor. Parece que más que sentirse apenado por el dolor de la cruz - que era un instrumento de tortura en la antigua Roma - se reconfortase con él. En este sentido el párroco siempre tuvo problemas con sus superiores. Se explica en el libro Razón de Una Vida que se lamentaba de que al principio a la gente del pueblo y a los propios Esclavos no les gustase el nombre de Esclavos de María y de los Pobres. En julio de 1978 el propio Señor Obispo Ms. Domínguez Gómez le dijo que era un nombre que sonaba a subdesarrollo. Y don Leocadio dice Pero no sé por qué yo siempre lo defendí...

A partir de 1978 el padre Leocadio llevó muchos disgustos con las autoridades eclesiásticas y tuvo muchos problemas con sus superiores, fueron muchas las solicitudes y cartas que hizo para que le aprobaran su Obra. En carta de 8 de junio de 1982 dirigida al Sr. Obispo decía:

...estoy hecho a la idea que no veré una favorable respuesta de Roma de lo que tan solícitamente deseo. Le doy a Dios la razón, pensando en lo que fui, en lo que soy y en lo que no acabo de ser. Por tanto, sólo seguiré trabajando como si ya fuéramos lo que el nihil obstat nos hará y esperar a lo que Dios quiera. Ya sé que otro remedio no me queda. Pero acepto con santo abandono y aún con cierto gustillo interior la voluntad de Dios.

Con las autoridades eclesiásticas no tenía tanta suerte como con el pueblo, fue mucho lo que luchó con la pluma, la palabra y los hechos, él se quejaba en su libro que ni Roma ni los Obispos le reconocieran su obra.

En el capítulo titulado Sufrimientos Físicos y Morales nos dice Se halla bien comprobado que el Señor a las almas que mejor le sirven, las obsequia con el regalo de enfermedades preocupantes y dolorosas.

Ya en plena dedicación a su obra y entregado a la misma, en el año 1977, fueron enviados otra vez los documentos a Roma, solicitando el reconocimiento de su Obra. La respuesta llegó el día 12 de mayo de 1982 y fue desoladora. Cuando ya parecía que estaba resuelto el problema la contestación fue la siguiente

Reverendo padre; la solicitud de concesión del " Nihil Obstat " para que su instituto pueda ser erigido en Congregación Religiosa diocesana ha sido nuevamente estudiada con particular atención, lamento tener que comunicarle que este Sagrado Dicasterio no considera oportuno otorgar la aprobación de la obra.

En los últimos años don Leocadio se quejaba no solamente de su dolorosa enfermedad sino también de los sinsabores y sufrimientos que le causaba el que no fuera reconocida su Obra. Decía: es motivo de preocupante intranquilidad la actitud del Obispo Alcaraz y Alenda, cuando pasados dos o tres años de su comienzo pedí una aprobación formal canónica de la Obra y el Prelado la consideraba todavía inmadura y sin la suficiente solidez.

Los niños que estaba educando en la formación cristiana bajo su tutela fueron enviados a un centro de Protección de Menores en Badajoz. A pesar de que el Obispo le encargó de la parroquia de Pinofranqueado en las Hurdes, donde más tarde se construyó una casa de Misericordia similar a la de Alcuéscar, su fracaso precipitó su enfermedad. A causa de una fractura de fémur que sufrió en 1985 quedó postrado en silla de ruedas. Poco a poco fue empeorando hasta quedar sin habla los tres últimos meses de su vida, que acabó el día 27 de enero de 1990.

La deseada aprobación de su obra llegó después de la muerte de Don Leocadio, en 1994, pasando a llamarse Instituto Religioso de los Esclavos de María y de los Pobres, que también cuenta con una rama femenina, las religiosas Hijas de la Virgen para la Formación Cristiana.

Me parece curiosísimo que exista un tebeo, un cómic de 48 páginas ilustrado a todo color que recoge la vida de don Leocadio. Realizado por Antonio Perera muestra con gran realismo muchos lugares de nuestro pueblo. Por la simpatía de estas inusuales imágenes reproducimos a continuación algunas de las ilustraciones.


NOTA.- En mayo de 2001 la Iglesia Católica ha iniciado el proceso de canonización de don Leocadio. El señor obispo don Ciriaco Benavente ha emitido un escrito en el que recuerda que las normas de la Congregación para las Causas de los Santos establecen que debe hacerse pública en la Diócesis la petición del postulador, invitando a todos los fieles a que hagan llegar todas aquellas noticias útiles, tanto a favor como en contra, relativas a dicha causa. Por tanto, añade el escrito, aconsejo y exhorto a todos los fieles de esta Diócesis a que me manifiesten todo aquello que pueda ser útil para que sea incoada esta causa, incluso lo que pueda ser contrario a la introducción de la misma, en el plazo de cuarenta días a partir de la publicación de este decreto. En este mismo plazo de tiempo, invito también a los fieles que tengan escritos o documentos del siervo de Dios, los presenten al delegado diocesano para esta causa.
Asimismo, con igual fecha, el obispo de Coria-Cáceres, en aplicación de la normativa que tiene establecida la Iglesia respecto a que se pida un dictamen a dos censores teólogos sobre la ortodoxia de los escritos que hubiera publicado el siervo de Dios a quien se quiera canonizar,decidió nombrar censores teólogos para los citados escritos a don Florentino Muñoz Muñoz y a don Ramón de la Trinidad Piñero Mariño, los cuales deberán presentar un informe completo sobre la ortodoxia de los mismos.


Gracias a la amabilidad del Padre Félix, de la Casa de Misericordia de Alcuéscar, llegó a mis manos una fotocopia del documento Alcuéscar, ésta es tu Historia a que nos hemos referido anteriormente en varias ocasiones. Escrito hace más de cincuenta años, nunca llegó a ser publicado. Lo he examinado con detenimiento y me parece de suma importancia para todos aquellos interesados en el estudio de la historia de nuestro pueblo. Es por ello que me decido a incluir en este punto la transcripción literal de las 84 páginas de los 30 capítulos que forman ese documento poniendo así al alcance de todos su contenido y sirva también de homenaje al trabajo realizado por el Padre Leocadio sobre Alcuéscar.