Letras entre amigos
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Soledad
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Autor:  clarinete [ 17 Jun 2011 14:00 ]
Asunto:  Soledad

Hoy, como todas las mañanas, se abrió la trampilla por la que me hacen llegar la comida. La única comida que me permiten hacer al día. Al coger el plato de lentejas coronadas por un trozo de pan duro, observé que el pequeño agujero no se cerraba, y asomó un lápiz acompañando una libreta.

En el año que llevo encerrado en un mundo de cinco metros cuadrados, nadie me había dirigido la palabra, y mucho menos al darme la comida diaria. Cogí aquel regalo y una voz susurró una palabra, sólo una, pero que me pareció todo un discurso. Una voz humana aparte de la mía sonaba entre aquellas cuatro paredes. La voz más extraña y a la vez más agradable del mundo. De mi mundo.

—Escóndelo.

Dulce susurro, y dulce regalo. Mi mano temblorosa se aferró al material de escritura. Extrañado, asombrado y perplejo titubeé, balbuceé y pregunté.

—¿Por qué?
—No preguntes —continuó el susurro—, y escóndelo.

La trampilla se cerró. Con prisas dejé el plato en la mesa y abrí la libreta. En su primera página había algo escrito: «Imagino que después de tanto tiempo necesitarás hablar con alguien. Habla con esta libreta.» Algo se abrió en mi interior, aquella trampilla sucia y chirriante me había traído una luz.

Aquel día transcurrió a más velocidad que los demás. Mi imaginación comenzó a ejercitarse, primero buscando un sitio donde esconder el regalo. Luego imaginando. Imaginando.

A penas comí. Mis nervios, alterados, se habían adueñado de mi cerebro y no lo hacían trabajar con ecuanimidad, olvidando las primeras necesidades.

En mi mundo existía una cama, una mesa y su correspondiente silla, un lavabo y un retrete. Del cielo, raso y negruzco, colgaba una bombilla que iluminaba mi universo vacío. Aquel día se iluminó, incluso cuando mi sol particular y colgante se apagó.

Tumbado panza arriba, pude ver de nuevo el maravilloso arco iris, nubes de algodón atravesadas por los rayos del astro rey que jugaba al escondite. Aves que revoloteando inundaban mi espacio con sus afinados y rítmicos cantos. Más abajo verde. Extensiones inundadas por hierba fresca que alcanzaba a oler. Al fondo se podían ver las montañas coronadas por un color blanco que relucían al contacto con el sol.

Una voz dulce y femenina acariciaba mis oídos con agradables ritmos de zorcicos. Mis manos con auténtica maestría marcaban el compás de cinco por ocho acompañando al cántico. Mis ojos, desbordados y húmedos, apenas podían distinguir el bello rostro de mi amada que se acercaba más y más a mí.

Todo desapareció repentinamente cuando aquella maldita bombilla, colgada en el centro de mi celda, se iluminó con más fuerza que nunca devolviéndome a la cruda realidad. Cuatro paredes que se abalanzaban sobre mí como una bestia infernal intentando devorarme.

El chasquido de la trampilla al abrirse me hizo temblar, instintivamente mis ojos marcaron el lugar donde, bien guardado, estaba mi tesoro. Silencio. Intranquilidad. De pronto comprendí lo que ocurría, estaban esperando que entregara el plato vacío para devolvérmelo lleno con otra ración de lentejas coronadas por un trozo de pan duro. Rápidamente vacié el contenido en el retrete, y tuve de nuevo en mis manos la comida del día.

Con el cerrado de la única ventana que me mantenía en contacto con el exterior volví a mi soledad. Me alimenté con desgana al tiempo que me reconcomían las ganas de libertad, de una libertad raptada, que en el fondo de un pozo había llegado a ser inalcanzable desde aquel día que, a la salida del trabajo unos encapuchados me forzaron a entrar en un coche para no ver la luz del día nunca más.

Los días pasaron, aquella voz de susurro y la mano que la acompañaba, no volvieron a aparecer. Algo me atenazó el corazón ¿Me estarán observando? Mi mirada recorrió el espacio de mi mundo. Durante días busqué, rebusqué sin hallar nada, y me desesperé.

Colgando por el cuello con el cable que sostiene la única lámpara de la celda, miro el lugar donde, escondido, reposa mi tesoro, mientras se me va la vida pensando que podría haber hecho con aquel lápiz y aquella libreta.

Autor:  Panchito [ 18 Jun 2011 13:39 ]
Asunto:  Re: Soledad

Hola Jesús,

Estoy asombrado por la calidad de todo lo que has colgado hasta ahora. Este relato me parece genial.

Lo veo como una alegoría: una persona aislada del mundo tiene de pronto la posibilidad de escribir. No de escribir una carta con datos o una lista de sus necesidades; de escribir dejando volar su imaginación, de crear. He visto en este prisionero el reflejo de cualquier escritor, que con su imaginación es capaz de crear historias y mundos más allá de las cuatro paredes, mugrientas o no, que lo limitan. Una forma de comunicación consigo mismo. Ahí ya tenías un magnífico cuento encarrilado. Sin embargo vas más allá. En la oscuridad su imaginación vuela, pero con la luz de la bombilla la realidad se impone. Su anhelo no es posible. Haber atisbado la libertad le hace insoportable el cautiverio y acaba ahorcándose. Simplificando, así es como veo la historia.

Del cielo, raso y negruzco, colgaba una bombilla...
Aquí podría haber un error, porque creo que cielo raso (techo) es un nombre compuesto, no nombre y adjetivo, así que las dos palabras son inseparables.

Con el cerrado de la única ventana...
Diría que cerrado es adjetivo o participio, y que la acción y efecto de cerrar es cierre. Si no te agrada "Con el cierre de la única ventana..." (que además podría confundirse con el cerrojo), se podría cambiar ligeramente la frase, porque hay detalles que no tienen otro arreglo. Por ejemplo "Cerrada la única ventana que me mantenía en contacto con el exterior, volví a mi soledad".

Sinceramente, :hisombrero.gif:

Abrazos

Autor:  Pepa [ 19 Jun 2011 23:37 ]
Asunto:  Re: Soledad

Hola. Tu relato me ha sorprendido por la deriva que toma. Lo previsible sería el encarcelado que se libera de su pena escribiendo y escribiendo. hay abundantes casos. Pero tú hablas de soledad. De alguien que había tirado la toalla. Alguien que ya ni siquiera soñaba. Y el cuadeno, la simple presencia de un cuaderno, le desata la imaginación. La esperanza. La idea de tu relato es genial. El golpe de la bombilla al encenderse es estupendo. Felicidades.

Autor:  milagros [ 20 Jun 2011 00:22 ]
Asunto:  Re: Soledad

Jesús, que buen planteamiento de una idea estupenda.

Con cinco metros cuadrados, una libreta, una bombilla y un apagón construyes..... :hisombrero.gif:

Mis felicitaciones.

Del final no te hablo, nos tienes acostumbrados a esos giros.

Un abrazo.

Autor:  ansape [ 21 Jun 2011 19:15 ]
Asunto:  Re: Soledad

Muy bueno, Clarinete. Un tipo secuestrado y apartado a la fuerza del mundo exterior, encerrado en cuatro paredes, a quien sin embargo le dan un magnifico regalo: Un lápiz y un cuaderno. En mi caso personal de estar en una situación semejante de as hubiera brincado de felicidad.
Un buen relato, amigo.

Abrazos.

Autor:  B.Miosi [ 22 Jun 2011 01:23 ]
Asunto:  Re: Soledad

Creo que un encierro se percibe diferente dependiendo del motivo. Si te encierran por haber cometido una grave falta, al menos tienes consciencia de estar pagando la culpa. Pero si estás encerrado por un secuestro, es un castigo por algo que no has cometido. Entonces el sufrimiento es doble. La desesperación por obtener la libertad se va perdiendo a medida que el tiempo transcurre sin hablar, sin escuchar una voz, hasta que un día tiene la posibilidad de hacerlo, de comunicarse, lo cual en un principio lo hace volar, su imaginación vuela, su alma vibra, vuelve a sentir, y entre tanto sentimiento está el miedo a perder lo poco que tiene: la libreta y un lápiz. Pasa el tiempo tratando de esconderlo porque es lo único que lo podría conectar al mundo exterior, piensa, imagina, sueña, recuerda, siente... y se da cuenta de que no es suficiente una libreta para anotar, que lo que él desea es vivir, y eso que transcurre entre cuatro paredes no es vida. Despierta a su realidad y decide quitársela, pues, ¿para qué vivir si no vive?

Tremendo cuento, Clarinete, bien escrito, supiste plasmar la idea.

Noto aquí una separación que no sé si es un error o es adrede:

A penas comí. Mis nervios, alterados, (pueda ser que te refieras "a duras penas comí") aunque más adelante afirmas que no comió y lo echó por el retrete.

Por lo demás, estupendo.

Un abrazo,
Blanca

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