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 Asunto: De aquí a la eternidad
NotaPublicado: 11 Mar 2012 08:23 
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Ubicación: neza de mis amores
Margarita:

De aquí a la eternidad, de aquí hasta donde el olvido me llegue… hasta ahí te amaré.
No es que sea ingrato, pero el tiempo es capricho; cuando menos vemos, ya pasó, siempre rápido. Las señales van quedando grabadas en la cara, en las manos, por todo el cuerpo.
Los árboles tardan mucho en secarse, en cambio nosotros, así de repente nos envejecemos. Así de repente ya somos viejos. Y los amores, así… pues no duran.
Perdona mi franqueza, que más suena a cinismo. Pero ¡para qué te voy a engañar, con promesas simples! No te voy a olvidar tan fácilmente, no te voy a olvidar. ¿Se puede olvidar el nombre de uno? Sabes que no. Pues así eres tú, eres mi nombre… Aunque te diré algo: nunca me ha gustado mi nombre. No me hagas caso, no quiero decir que tu nunca me has gustado; claro que sí. Solo que cuando envejecemos nos hacemos pequeñas criaturas de lo que fuimos algún día.
Sí, ese es el punto. Odio la vejez; Cronos es implacable a la hora de sorprendernos en la tarde de nuestras vidas, a veces surcos secos donde no hubo semilla. Las espaldas se doblan ante el peso de los muchos años, amontonados en cestos de mimbre, dispuestos en largas filas. Manos invisibles nos los cargan… y ni cómo hacerse a un lado.
Eso es trágico, pero si el músculo no se quiebra ante lo inevitable, pues menos la memoria.
De aquí a la eternidad, de aquí hasta donde el olvido me llegue… si es que antes la guadaña no corta los hilos que mueven el motor de mis existencias. En fin, ¡para qué ponernos melancólicos! Siempre lo has dicho: lo bonito es vivir el aquí y el ahorita… con eso pienso que a veces solo me das por mi lado, que no me tomas en serio; a mis cincuenta y tantos ya no me entusiasmo con facilidad con las novedades, será que ya crecí…
Cuando apenas era un niño deseaba ser grande para poder salir a la calle. Cuando fui un mocoso joven, ansiaba con loco delirio ser mayor. ¿Y ahora? No, pues no; ahora solo quiero detener los años… pero ¿cómo? Ni dios puede.
Tienes mi promesa, que solo será rota al viento del tiempo, es más de lo que puedo ofrecerte. ¿De ti qué espero? ¿Qué se puede esperar de quien no conoce la paciencia sino lo mismo que lo ofrecido…?

E. S.
20 noviembre 1956



Cuando la abuela murió, mi abuelo se derrumbó, pues de todo cuanto tuvo la abuela fue su preciado tesoro, ella lo acompañó en las buenas y malas. Nunca conocí a seres tan fuertes, tan recios en sus pensamientos. Moral o no, su espíritu inquebrantable, puesto a toda prueba. El abuelo perdió más de la mitad de su vida cuando la abuela, aquella mañana, ya no se levantó. Yo de chiquillo jugué en su vieja casa de la colonia Doctores, entre sus patios y habitaciones armé mil batallas. Cientos de peripecias al margen de cualquier atisbo de tragedia. En compañía de mis abuelos, no había temores ni miedos. Ya después, crecido y con título en mano, los vi llorar de felicidad y orgullo, su primer nieto era ya doctor; uno más de la familia Aguilar. En las fiestas decembrinas, la casa grande de la colonia Doctores vestía sus mejores galas; oropel y terciopelo cubrían las paredes, venían las familias del exilio, acudían presurosos los amigos. Y los viejitos, mis abuelos, con los brazos abiertos a todos daban cobijo. Si por cosas de la vida afanosa alguien traía lío con el otro, al hechizo del brindis del viejo Aguilar la reconciliación era ya posible, esa era la magia.
Pero todo se acabo con la muerte de doña Margarita, las flores, los pájaros, los perros y los gatos, fueron muriendo lentamente por el abandono acumulado. Y por último mi abuelo, don Tobías Aguilar, se moría igual poco a poco.
Esa tarde llegué a su casa, apesadumbrado. ¿De qué sirve ser galeno, si ante la muerte circunstancial nada podíamos hacer? Encontré que mi abuelo se columpiaba sereno en su silla, en su mano un puro a la mitad de la chupada y escupida la flema escandalosa.
—Pero, abuelo, ¡por Dios!, que no puede ya fumar; y mire como anda, todo destapado.
Nunca olvidaré su mirada, sus ojos de profunda tristeza, eterna ausencia de emociones, ahora casi secos de todo llanto, suplicaban misericordia. Así como estaba, abrió la otra mano y un papel arrugado cayó al piso. Volví a protestar y lo ayudé a subir a su habitación, y hasta muy tarde me retiré. Cuando pasé por el saloncito traté de ordenar un poco la escenografía, sabía que mis padres se horrorizarían de saber que estuvo fumando y más esos puros que hasta yo le prohibí. Levante todo y a punto estuve de tirar todo al cesto de basura cuando me dio curiosidad el papel estrujado. Lo desenvolví con cuidado. Era un sobre y contenía una carta dirigida a mi abuela; la leí no una, sino muchas veces. Al principio no entendía nada, pero fui comprendiendo por qué mi abuelo se me moría, inexorablemente: aunque ya tarde, había descubierto que su mujer, a la que adoraba con loco frenesí, de la que presumía de ejemplar ante las otras mujeres de la familia de cómo tenían que comportarse, cómo tenían que ser respetadas y amadas… le fue infiel con su mejor amigo el doctor Eulogio Sotomayor, que para mi mala fortuna era el padrino de papá. Con razón al enterarse de la muerte de su ex amante, precipitó su llegada a México. Su larga espera no fructificó, pues quien debía morir antes no era mi abuela, si no el viejo doctor Aguilar. De aquí a la eternidad, de aquí hasta donde el olvido me llegue… hasta ahí te amaré.
Tal vez el olvido nunca llegó, pero sí la muerte.

fin


(con la oportuna correcion de panchito.)





Margarita
De aquí a la eternidad, de aquí hasta donde el olvido me llegue… hasta ahí te amare.
No es que sea ingrato, pero el tiempo es capricho; cuando menos vemos, ya paso, siempre rápido. Las señales que van quedando grabadas en la cara, en las manos, por todo el cuerpo.
Los arboles tardan mucho para secarse, en cambio nosotros; pos no, así de repente nos envejecemos. Así de repente ya somos viejos. Y los amores así… pos no duran.
Perdona mi franqueza, que más suena a cinismo. Pero para que te voy a engañar, con promesas simples. No te voy a olvidar tan fácilmente, no te voy a olvidar ¿se puede olvidar el nombre de uno? Sabes que no, pues así eres tú… aunque claro, te digo algo: nunca me ha gustado mi nombre. No me hagas caso, no quiero decir que tu nunca me has gustado; claro que sí.
Solo que cuando envejecemos nos hacemos pequeñas criaturas de lo que fuimos algún día.
Si ese es el punto. Odio la vejez; cronos es implacable a la hora de sorprendernos en la tarde de nuestras vidas, a veces surcos secos donde no hubo semilla. Las espaldas se doblan ante el peso de los muchos años, amontonados en cestos de mimbre, dispuestos en largas filas. Manos invisibles nos los cargan… y ni cómo hacerse a un lado.
Eso es trágico, pero si el musculo no se quiebra ante lo inevitable, pues menos la memoria.
De aquí a la eternidad, de aquí hasta donde el olvido me llegue… si es que antes la guadaña no corta los hilos que mueven el motor de mis existencias. En fin, para que ponernos melancólicos; siempre lo has dicho: lo bonito es vivir el aquí y el ahorita… con eso pienso que a veces solo me das por mi lado, que no me tomas en serio; a mis cincuenta y tantos ya no me entusiasmo con facilidad de las novedades, será que ya crecí…
Cuando apenas era un niño deseaba ser grande para poder salir a la calle. Cuando fui un mocoso joven, ansiaba con loco delirio ser mayor. ¿Y ahora? No pos no, ahora solo quiero detener los años… pero como, ni dios puede.
Tienes mi promesa que solo será rota al viento del tiempo, es más de lo que puedo ofrecerte. ¿De ti que espero? Que se puede esperar de quien no conoce la paciencia. Si no lo mismo de lo ofrecido…

Eulogio Sotomayor

20 noviembre 1956


Cuando la abuela murió, mi abuelo se derrumbo, pues de todo cuanto tuvo y conoció la abuela fue su preciado tesoro, ella lo acompaño en las buenas y malas. Nunca conocí a seres tan fuertes, tan recios en sus pensamientos. Moral o no, su espíritu inquebrantable, puesto a toda prueba. El abuelo perdió más de la mitad de su vida cuando la abuela, aquella mañana ya no se levanto. Yo de chiquillo jugué en su vieja casa de la colonia doctores, entre sus patios y habitaciones arme mil batallas. Cientas de peripecias al margen de cualquier atisbo de tragedia. En la compañía de mis abuelos, no había temores ni miedos. Ya después crecido y con titulo en mano, los vi llorar de felicidad y orgullo, su primer nieto era ya doctor; uno más de la familia Aguilar. En las fiestas decembrinas, la casa grande de la colonia doctores, vestía sus mejores galas, oropel y terciopelo cubrían las paredes, venían las familias del exilio, acudían presurosos los amigos, y los viejitos, mis abuelos, con los brazos abiertos a todos daban cobijo. Si por cosas de la vida afanosa, alguien traía lio con el otro, al hechizo del brindis del viejo Aguilar la reconciliación era ya posible, esa era la magia.
Pero todo se acabo a la muerte de doña Margarita, las flores, los pájaros, los perros y los gatos, fueron muriendo lentamente por el abandono acumulado. Y por ultimo mi abuelo, don Tobías Aguilar, se moría igual poco a poco.
Esa tarde llegue a su casa, apesadumbrado, de que servía ser galenos, si ante la muerte circunstancial nada podíamos hacer. Encontré que mi abuelo se columpiaba sereno en su silla, en su mano un puro a la mitad de de la chupada y escupida de la flema escandalosa.
—pero abuelo, por dios, que no puede ya fumar; y mire cómo anda todo destapado.
Nunca olvidare su mirada, sus ojos de profunda tristeza, eterna ausencia de emociones, ahora casi secos de todo llanto, suplicaban misericordia. Así como estaba, abrió la otra mano un papel arrugado cayó al piso. Volví a protestar y lo ayude a subir a su habitación, ya hasta muy tarde me retire, cuando pase por el saloncito trate de ordenar un poco la escenografía, sabía que mis padres, se horrorizarían de saber que estuvo fumando y mas esos puros que hasta yo le prohibí.
Levante todo y a punto estuve de tirar todo al cesto de basura cuando me dio curiosidad el papel estrujado. Lo desenvolví con cuidado era un sobre y en el contenía una carta dirigida a mi abuela; la leí no una, si no muchas veces, al principio no entendía nada, pero poco fui comprendiendo, porque mi abuelo se me moría, inexorablemente, aunque ya tarde, había descubierto que su mujer, a la que adoraba con loco frenesí, a la que presumía a las mujeres de la familia, como tenían que comportarse, como tenían que ser respetadas y amadas… le fue infiel con su mejor amigo el doctor Eulogio Sotomayor, que para mi mala fortuna era el padrino de papá. Con razón al enterarse de la muerte de su ex amante, precipito su llegada a México. Su larga espera no fructífero, pues quien debía de morir antes no era mi abuela, si no el viejo doctor Aguilar. De aquí a la eternidad, de aquí hasta donde el olvido me llegue… hasta ahí te amare.
Tal vez el olvido nunca llego, pero si la muerte.


fin



mario a.

si alguna vez llego a tener un reconocimientom este es compartido, con el maestre, apodado: fernando hidalgo

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Última edición por pesado67 el 14 Mar 2012 22:21, editado 1 vez en total

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 Asunto: Re: De aquí a la eternidad
NotaPublicado: 14 Mar 2012 20:25 
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Registrado: 10 Jun 2011 16:30
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Bueno Mario, s eme queda corto el espacio para decirte lo mucho que me gustó esta historia y lo mucho que me hubiera gustado verla publicada en nuestro librito. Este tipo de literatura es muy de mi gusto, es bella y me pondría ciega señalando frases que me han llenado esta tarde de gusto.
Sólo una sugerencia. en la primera parte, bellísima carta, yo le quitaría la firma y dejaría solo la fecha porque cuando más tarde hablas de los abuelos, lógicamente das por sentado que la carta es del abuelo, pero cuando se menciona su nombre, corres el riesgo de que se huela la tostada y sería una pena porque la historia me gustó muchísimo.
Enhorabuena

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 Asunto: Re: De aquí a la eternidad
NotaPublicado: 14 Mar 2012 21:15 
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Ubicación: neza de mis amores
josesa...

que te tomas?

recuerdo que asi comenzo mi gran amistad con la coyotita hispana, y ella, la coyotita, me respondio un ron, bien cargado...

me gusto que te gustase, mas cuando esta permanecio buenos dias sin lecturas ni atenciones, sobre quitar la firma del eulogio, me lo pienso, pues fijate, que esa fue mi intencion primera, que el lector, no tuviera tropiezo en suponer que la carta podia ser de su marido y no de un supuesto amante, perooo!! si, si es de su viejo amante, que como cayo en este triangulo, pues asi como la gente cae en juegos de manos; sin querer...

saludos y aqui andamos.


mario a.

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 Asunto: Re: De aquí a la eternidad
NotaPublicado: 14 Mar 2012 21:42 
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Registrado: 10 Jun 2011 16:30
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¿y si pones solo las iniciales?
pesado67 escribió:
Los árboles tardan mucho en secarse, en cambio nosotros, así de repente nos envejecemos. Así de repente ya somos viejos. Y los amores, así… pues no duran.
Ummmm

pesado67 escribió:
¿Se puede olvidar el nombre de uno? Sabes que no. Pues así eres tú, eres mi nombre…


Yo ese "eres mi nombre" lo eliminaba.

¿Se puede olvidar el nombre de uno? Sabes que no. Pues así eres tú.
A mi me parece que impacta más.
Luego seguimos.

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 Asunto: Re: De aquí a la eternidad
NotaPublicado: 14 Mar 2012 22:34 
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Ubicación: neza de mis amores
de nuevo gracias.

ahora te confieso algo, si observas la parte si editar, veras que la carta, quien la escribe es un iletrado, no es casualidad, ni nada de eso, en primera instancia, quise que el amante fuera un sujeto de otra clase" digamos un albañil o tal vez su mozo... de ahi los POS", pero cuando fue reeditado, me percate, que aunque asi fuera una persona ordinaria podria seducir a toda una dama, que nada le falta, y todo le sobra: posicion, dinero, amor y cariño de sus seres queridos y sobre todo amor, como uno se imagina del doctor?

puede ser que si, pero de igual forma permanecer callado tanto tiempo en la espera que esta mujer tan bien portada, se decida abandonar todo y seguirle? en ese caso, el amor de eulogio (que feo nombre) POR ESO ELEGI AL FINAL EL MODO FINO Y ELEGANTE DEL DOCTOR...

cosa que fue una brillante correcion recibida.

saludos y aqui estamos, como ves desprovistos de firma


mario a.

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 Asunto: Re: De aquí a la eternidad
NotaPublicado: 15 Mar 2012 15:12 
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Registrado: 02 May 2011 03:24
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Esto merece la pena leerlo con calma. Vuelvo más tarde, intuyo algo buenísimo.

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El presente es tan efímero que justo cuando lo notamos, se ha esfumado. Escribo para no olvidar esos momentos fugaces.
B. Miosi

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 Asunto: Re: De aquí a la eternidad
NotaPublicado: 20 Mar 2012 02:06 
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Registrado: 09 Jun 2011 18:36
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Hola, Mario.
Un buen texto, amigo, con mucha carga emocional, como todos los tuyos. El pobre abuelo, toda la vida muy enamorado de su mujer; y vainas de la vida, descubrir que le fue infiel. Por mi parte yo leí el relato al contrario, la carta la leí de último, je je je.
Coincido con Pepa, este relato no le hubiera caído nada mal a nuestro libro.

Abrazos.

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 Asunto: Re: De aquí a la eternidad
NotaPublicado: 20 Mar 2012 05:04 
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Registrado: 01 May 2011 01:51
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Ubicación: neza de mis amores
carnalito, cuantos ayeres sin divisarnos... (expresion muy coyotera, diria el exPi)



gracias, tus palabras son fragancia lavanda, esa que en ocasiones es necesaria, para sobrevivir ante tanto empujo...

pues, quien sabe, es un micro muy continuo en todas las sociedades, creo, que su unico merito es que lo cuente yo.


saludos y aqui andamos.

mario a.

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Última edición por pesado67 el 21 Mar 2012 05:45, editado 1 vez en total

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 Asunto: Re: De aquí a la eternidad
NotaPublicado: 21 Mar 2012 02:32 
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Registrado: 02 May 2011 03:24
Mensajes: 885
Ubicación: Caracas, Venezuela
Hola Mario,

Esos relatos tuyos son tan... especiales. La carta. La carta ya por sí sola es todo un cuento. Y si la juntas al relato, no hay nada más que decir que alguna corrección aquí y allá, normas y reglas, pero el fondo de tus obras son tan humanas y contadas de ese modo peculiar que es muy propio de tu persona. Siempre queda algo flotando en el aire, una emoción un suspiro que no termina de salir...

Hermoso, Mario. De verdad, tienes genialidad.

Besos,
Blanca

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B. Miosi

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 Asunto: Re: De aquí a la eternidad
NotaPublicado: 21 Mar 2012 06:00 
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Registrado: 01 May 2011 01:51
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Ubicación: neza de mis amores
blanquita...

gracias, tus palabras son el premio de mi esfuerzo, (iba a poner pequeño, pero seria absurdo, pues por las carencias academicas, en cada relato pongo lo unico propio, la mirada y el corazon, contradiciendo aquellos, que afirman que esta formula no sirve y no es la correcta) tambien, debo reconocer, que algo de autobiografico tiene, pues antiguo como fui educado, la epistolar era mi herramienta de presentacion... esos tiempos.

Siempre queda algo flotando en el aire, una emoción un suspiro que no termina de salir...


esto no entiendo bien, le hace falta o si esta contenido? pues te repito, al no fiarme mucho de mis pobres conocimientos, tengo que validar esa parte sensible (que no cursi, aunque realmente, esta linea es tan invisible, que ante los ojos de unos y otros la cruzamos en cada viaje que damos... casi sin darnos cuenta).


Hermoso, Mario. De verdad, tienes genialidad.

que te tomas? en verdad, son los halagos el alimento de una alma contrinta?

por que si es asi, este relato se lo dedico a mi buena amiga milagros.

y por ultimo, donde estan las fallas, esas normas y reglas, que me sigo pasando una y otra vez... al menos para tenerlas presentes y aprender de ellas.

gracias, maestra, amiga, y compañera...

mario a.

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Traducción al español por Huan Manwë para phpbb-es.com