¿Habrá censura es España? No, no me lo creo, somos un país demócrata y europeo.
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Dedicado a mi carnal, el coyote con el que me une sangre y afinidad.
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Supe, a muy temprana edad. que sería la única persona que no tendría nunca una vocación definida. A la pregunta de: “¿Qué quieres ser de mayor?”, contestaba “Nada”, una y otra vez. Aquello llegó a ser un drama familiar. Mi padre se empeñaba en llevarme a nadar, montar en bicicleta, escalar montes y hasta jugar al fútbol estuvo entre las elecciones de deportes. Cada uno de ellos los hacía lo mejor que podía y, finalizado, el pobre no se cansaba de indagar si había encontrado mi vocación en uno u en otro. Yo contestaba con el “no” que se había convertido en mi monosílabo preferido. Mi madre, sabihonda y redicha como siempre, aleccionó a mi padre sobre mis gustos. “Es una artista”, le dijo, y ahí le tiene usted llevándome a danza, pintura, música y comprándome toneladas de libros. Mi madre se equivoca siempre, esa vez no iba a ser diferente, pero tiene dotes oratorias y convence a todos, al que más a mi padre, de llevar la razón. Y el pobre iba corriendo conmigo de una actividad a otra y yo con el “no” en la boca. Más tarde, tendría yo diez años, y después de ver las calificaciones del colegio año tras año, perdieron la esperanza y me creyeron. Diez años tuvieron que esperar para saber que yo no era mentirosa; gustarme, gustarme, no me gusta nada. Se llevaron una gran decepción.
Mi madre dice que no tengo “oficio ni beneficio”, ser mujer florero no sé si es un oficio pero beneficio da para “ir tirando”.
Esto de ser algo en la vida es inquietante. Fíjese en Pilita —la vecina del primero—, sabe contar hasta diez, a lo más que ha llegado es a escribir la lista del supermercado y en cuanto a arte…sigue llorando con los “reality show” y con Julio Iglesias. En fin, un desastre, dirá usted; pues no, está muy considerada por ser la Sra. de X. Los vecinos piensan que ser esposa y madre es un oficio muy digno y rentable; lo contrario que piensan de la “Culebrines” una prostituta del cuarto que tiene oficio —aunque no les guste— y más beneficio que todos nosotros.
Esto de las profesiones te puede traer un buen problema. El de Camps le obligaba a llevar traje, ¡fíjese por qué tontería se ha armado un lío!, ¡que si me obligan a llevarlo me lo tendrán que dar gratis!, ¡que eso no puede ser!, ¡que si no, voy al sastre y que me lo regale! Pues ya ve usted, con esas cosas, le llevaron a juicio. No sé lo que pasó pero él sigue en el cargo. Será porque si tienen que sentenciar a todos los que se llevan algo gratis en España nos quedaríamos sin abogados ni médicos ni políticos ni presidentes. ¿Qué no? Mire el caso del yerno del rey, que ese si tenía muchas vocaciones: deportista, financiero, presidente de empresas, analista… ¡uff! ¡Como debe trabajar el pobre con tanto cargo y con tanto hijo que no le dejan descansar en casa! Se debió armar un jaleo con el dinero —con los viajes de Madrid a Palma, de Palma a Barcelona, de Barcelona a Washington— y decidió dejarlos en un paraíso fiscal en lugar de llevarlos de acá para allá. Yo hubiera hecho lo mismo, ¡no me diga usted que no debe ser una maravilla llevar cien euros entre palmeras, terracitas y mar! Pues lo han puesto a declarar y le han llamado "imputado". No sé qué es eso pero por la cara que pone cuando le otografían deber ser como hijo de p... Si es lo que yo digo, lo mejor es trabajar ocho horas en un puesto normal y dejarse de vocaciones.
Tengo que dejarlos, hay una manifestación —no sé por qué— y voy a mi balcón para verla, como las procesiones. Hay que ser buena ciudadana. Si no lo hacemos, no habrá nadie que les haga caso. Tanto trabajo para salir dos segundos en la televisión no me parece justo. Es que hay personas que tienen vocación de manifestantes y eso sí que no da beneficios.