"El Taller de Renato"
Mi familia y yo visitamos en Morelia a mi amigo Renato que es pintor. Después de pasar un agradable día con él y su familia, nos invitó a pasar la noche en su casa, para que descansados, pudiéramos regresar a México en el transcurso de la mañana siguiente.
Nosotros, agradecidos, aceptamos su generosa invitación. En su casa se quedaron a dormir nuestros hijos con sus niños, y a mi esposa y a mí, nos acomodaron en su taller que se encontraba a unos cuantos metros de la casa. Era muy amplio, tanto que tenía ahí una habitación con una cómoda cama matrimonial para las visitas, así que por la noche nos despedimos y preparamos para dormir.
Estaba yo acostado de lado, viendo de frente a mi esposa, que ya también estaba acostada mirándome. Ya habíamos apagado la luz y empezábamos a quedarnos dormidos cuando dije:
- ¿Quién es?, ¿Quién es? –mi esposa que tampoco estaba dormida aún, me dijo:
- ¿Quién es, quién? – en ese momento abrí completamente los ojos y me incorporé un poco sobre la cama- ¿Con quién hablas? –preguntó.
- No, nada… no es nada… duérmete –le dije impidiendo suavemente con mi mano que ella se incorporara.
- Estás soñando, duérmete ya… -dijo por último.
Yo me acosté para no levantar sospechas pero no podía cerrar completamente los ojos, así que fingí por un momento que dormía. Ella se durmió pronto, pero yo estuve más tiempo despierto hasta que “eso” desapareció.
A la mañana siguiente, cuando el sol entraba de lleno por las ventanas, mi esposa se animó a preguntar:
- ¿Y anoche qué veías?, porque tenías cara de que veías algo raro, pero ya no te pregunté nada, porque tú sabes que yo soy muy miedosa y la verdad es que quería descansar tranquila, pero… ¿Qué viste?, cuéntame.
- En efecto, vi algo, pero no te quise asustar, por eso no dejé que te levantaras.
Estaba de pie a tus espaldas, la aparición de una mujer vestida elegantemente de negro, su traje era muy bonito, ajustado y antiguo, llevaba en la cabeza un gran sombrero negro con un velo transparente que cubría parte de su rostro, ella era muy blanca y hermosa, y sin ninguna inhibición te miraba embelesada.
Por un momento, creí que era Miriam -la esposa de Renato-, pero se me hizo ilógico que estuviera ahí, cuando la acabábamos de dejar en la casa, organizando a los niños para dormir, además ella es de piel morena, por eso me preguntaba en voz audible que quién era. Después el espectro desapareció lentamente.
- ¡Qué bueno que no me dijiste nada!, si no, no hubiera podido dormir del espanto.
Mi esposa entró más tranquila al cuarto de baño, para asearse, y mientras esperaba a que saliera, el fantasma volvió a aparecer, ¡A plena luz del día!, esta vez junto a la ventana en donde se encontraba el caballete de pintar, me miró por un momento, luego volvió la cabeza hacia la ventana mirando el exterior y se desvaneció de manera lenta como vapor, su rostro me pareció aún más pálido que durante la noche, con una melancólica expresión en su rostro, como de sentir alguna pérdida. No la volví a ver.
Más tarde, le platiqué a Renato mi encuentro con ese espectro fantasmal, estaba muy asombrado pues me contaba que él, algunas veces se quedaba hasta muy entrada la noche pintando sus cuadros y que nunca había visto nada extraño, y el saber eso, ahora lo inquietaba.
Cuando partimos esa mañana hacia México y pasamos por la casita del taller, yo saqué la cabeza y grité ¡Adiós!, todos se quedaron sorprendidos de que me despidiera de la fantasmagórica aparición, que vive y suspira en el taller de mi amigo Renato.