Mi conocimiento sobre la cantante italiana Mina lo tuve en mi juventud por motivos migratorios. Era lo común en aquella época: unos habían marchado anteriormente hacia Argentina, Venezuela... y tiempo después lo hicimos otros hacia los países europeos más avanzados económicamente. La cultura italiana estaba muy extendida en Suiza -país donde fui a parar- por la cercanía geográfica, por las intensas migraciones italianas, por la influencia idiomática, etc. El italiano siempre ha tenido un poder de inmersión popular superior a cualquier otra lengua.
Los italianos llevaron a Europa su elegancia en el vestir, su gastronomía, su romanticismo y su simpatía, pero también su música. Eran tiempos en los que las canciones románticas en italiano estaban en voga. Tenían buenos representantes: Albano, Lucio Battisti, Mina y muchísimos más. Desde que escuché la voz de Mina, me cautivó. Esa manera tan personal de deformar las vocales, ese in crescendo hasta llegar a tonos imposibles era algo que solo ella dominaba. Fue una mujer que se adelantó a su época. Su estilo descarado era presentado en musicales de la RAI cuando en España el Caudillo estaba todavía vivito y coleando. Cuando en TVE nunca se habría permitido mostrar unos pezones a través de una blusa transparente, Mina lo hacía los sábados noche en su musical de la RAI. Pero la censura católico-apostólico-romana imperante en Italia, no pudo aceptar que MINA quedara embarazada de un actor de cine oficialmente casado con otra, y fue vetada en la RAI durante dos años. Sus dos participaciones en el Festival di San Remo tampoco dieron los frutos esperados. Se sentía menospreciada por la autoridad; mientras, el pueblo llano la aclamaba, aceptaba que tuviera un hijo siendo soltera, convertía en éxito cada una de sus canciones. Todo esto la convirtió en una cantante rebelde y algunas de las canciones de aquella época así lo demuestran, versionadas en diferentes idiomas. Pero en el fondo ella era una mujer sencilla, amante de lo cotidiano, con una gran voz, pero que deseaba vivir su vida de manera libre.
Tuvo una gran presión social -algunos hablaron de extorsión mafiosa- y decidió fijar su residencia en el sur de Suiza, en Ticino, un cantón de lengua italiana. Allí convivió con su hijo, en un retiro fuera de las miradas sociales que la acusaban o extorsionaban. Y... allí sigue, con un enorme estudio de grabación, con toda una vida a sus espaldas, con sus amores y desamores, con una vejez digna de toda una diva: la más grande que Italia ha tenido en el mundo de la canción. Una voz y unos textos que forma parte inseparable de los años de juventud de muchos de nosotros. Aquí os dejo unos Yutubos.
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Saludos desde Tarragona - España / Salutacions des de Catalunya - Espanya
Los halagos ensalzan nuestro ego, pero una crítica constructiva nos hace más sabios. JGM.