Dos cositas más de Rafael de León:
Rafael de León y Arias de Saavedra, Conde de Gómara, Marqués del Moscoso y Marqués del Valle de la Reina (Sevilla, 1908 – Madrid, 1982): un hombre cargado de títulos que prefirió una vida loca en cafetines de puerto, tocando el piano a los marineros borrachos y enamorándose de ladinos ojos verdes.
Lo nuestro no es así, a qué engañarnos, / lo nuestro es navegar sin encontrarnos, / a la deriva, amor, a la deriva.
Una figura mayúscula, no sólo por haber compuesto esos miles de cuplés y coplas que millones de hispanohablantes seguimos repitiendo a diario aun sin saber el nombre de su autor, sino porque ha sido uno de nuestros más grandes poetas, menospreciado por haberse dedicado a componer esas letras de canciones, actualmente excluido de la alta cultura.
Te quise tanto, tanto, que la gente / me señalaba igual que a un apestado; / ¡pero qué feliz era sobre el puente /de tu amor, oh, mi río desbordado!
Un hombre que luchó contra su clase social (no en vano era el hijo mayor y heredero de los títulos de la familia), que luchó para ser luego aceptado en el mundo bohemio y barriobajero de las tabernas y cabarets dilapidando las rentas familiares, mariconazo a la legua – hasta la Piquer se lo dijo nada más verle, por la borla de la gorra militar, que por otra parte era el uniforme oficial -, profundamente religioso, encarcelado en la guerra en Barcelona acusado de derechista, buen amigo de poetas republicanos como Machado o Lorca (asesinado por el otro bando): estando con éste en un cafetín del puerto de Barcelona pasó un marinero de ojos verdes, de esos con brillo de faca, que dio lugar a una de las más bellas canciones de la lengua castellana. “A ver si te vas a creer que tú tienes el patrimonio del verde”, dicen que dijo Rafael a Federico.
Me zambullí desnudo en la pecera / buscando un corazón igual que el mío, / y no encontré ni un faro ni un navío / que me hiciera señales de bandera.
Sólo escribió dos libros de poesía, Pena y alegría del amor (1941) y Jardín de papel (1943), pero miles de canciones que son poesía pura, pese a que él prefería diferenciarlas claramente, testimonio del desgarro, de lo prohibido, de la lucha del desclasado, del que es como es y quiere ser como es a pesar de todo, del que no tiene más remedio que serlo: Ojos verdes, La Zarzamora, A tu vera, Ay pena penita pena, Y sin embargo te quiero, La Lirio, Maria de la O, Triniá, Un rojo, rojo clavel y cientos y cientos más (colaborando también en Tatuaje, de otro poeta onubense olvidado, Xandro Valerio)
Y aunque esta verdad me traspasa, /prefiero saber la verdad: / que al mes, pago luz, pago casa / y pago la felicidad.
Rafael de León vivió la vida intensamente y como le dio la gana en la España de los cuarenta, en esa época en que se buscaba el amor oscuro en las esquinas húmedas de las madrugadas de arrabal, amores con taxímetro, con minutero, con anillos de casado, amores silenciosos y culpables, prohibidos, desgarradores y, probablemente, estupendos. Acabó escribiendo letras, magníficas también, para Nino Bravo, Raphael, Rocío Dúrcal, Rocío Jurado o Isabel Pantoja y fue despreciado por la progresía izquierdista setentera por ese ensalzamiento al españolismo en sus letras que tanto gustaba al régimen franquista. Muere en un frío diciembre del celebérrimo y futbolístico 1982 sin haber conocido en vida ni un solo homenaje. Hoy descansa en La Almudena junto a un rosal sevillano.
¡Y yo sé bien que me quieres! /¡Y tú sabes que te quiero! / Y lo sabemos los dos / y nadie puede saberlo. /¡Ay, pena, penita, pena / de nuestro amor en silencio! / ¡Ay, qué alegría, alegría, / quererte como te quiero!
Es nuestra humilde intención reivindicar y recuperar la figura de Rafael de León no sólo como exitoso letrista de canción española, sino como un exquisito poeta de la Generación del 27, excluido de las antologías, tan cercano al mundo lorquiano que probablemente se quema en él.
Tienes la línea de los labios fría, / fría por algún beso mal pagado; / beso que yo no sé quién te daría, / pero que estoy seguro que te han dado.
Queremos convertir este post en un homenaje a un hombre valiente y sincero, a un poeta accesible y vibrante, que nos ha emocionado como nadie: copia en los comentarios tus letras de canciones o poemas preferidos de Rafael de León, los que hayan cambiado tu vida.
Nadie comprende lo nuestro,
es algo maravilloso.
Nadie nos pregunta nada
porque ya lo saben todo.
Novio, novio mío,
siempre novio.
Por la tarde los dos juntos
por la noche los dos solos,
por la mañana cogidos
del brazo el uno del otro.
No nos casaremos nunca,
y siempre seremos novios.
de dosmanzanas.com
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Saludos desde Barcelona - España.