A todos los que estamos aquí nos gusta escribir. Y a todos nos repugna pensar en las cosas que acabamos de leer. Asquearse de eso no tiene mucho mérito. Y lo que nos cuenta Luisa en este artículo, su opinión, como enuncia con el título, es muy fácil de escribir. Por eso yo encuentro este texto un tanto visceral, un desahogo. El desahogo de cualquiera. Como cuando el urdangarín se dirige a los juzgados y la gente lo espera para abuchearlo. ¿es que acaso no se lo merece? Seguro que si, pero para juzgarlo están las leyes. Como ciudadanos debemos manifestarnos, votar en las elecciones (mismamente con un voto nulo que ponga de manifiesto lo hartos que estamos). Podemos y debemos expresar nuestro descontento y rechazo, exigir y vigilar que la justicia sea igual para todos. Por eso pienso que a estas alturas, dado que Luisa ha decidido expresar su malestar por escrito, tiene que ir un poco más allá porque como escritora puede dar más de si. Este texto tiene muchos años y creo que en él la autora se ha olvidado de aplicar lo mucho que ha aprendido en estos meses.
Ante las cosas terribles de las que se habla en el artículo cabría reflexionar mucho. Existe la prostitución y la pornografía infantil porque hay personas que la consumen. Detrás de la mayoría de los casos hay redes que involucran a muchas personas en muchos lugares. Es decir, detrás de todo esto está don dinero, aportado en la mayoría de los casos por pacíficos y honrados ciudadanos por los que pondríamos la mano en el pecho. También hay comportamientos incomprensibles, individuos sin empatía, asociales, maltratados, sinvergüenzas, chiflados... Y hay mujeres. Madres que venden a sus hijas. Madres que saben que sus marido están abusando de sus hijas y callan. Detrás de todo esto puede haber una salida fácil a una situación complicada, puede haber amenazas, puede haber miedo, ignorancia, locura, depravación. Pero fundamentalmente hay dinero. Y mueve dinero porque hay demanda de ese género. Eso es lo terrible.
El otro día leí que un ladrón entró a robar a un casa y se encontró con material pedófilo. Fue a la poli y lo denunció. Eso es lo heroico. Hablar es fácil, lo complicado es no mirar para otro lado. Si un día revolviendo entre las cosas de nuestros hijos encontráramos material de ese tipo ¿qué haríamos?
París bien vale una misa.