Hola, Eduardo.
Llego diez días tarde a este texto tuyo, a comentarlo, que lo leí a poco de colgarlo. Es un relato en el que me ha costado entrar, y la "culpa" no la tiene el relato.
El fondo, con la reiteración de los "dije", etc. me sugiere exceso de comunicación vana, de palabrería, aunque lo que se dice aquí para nada es vano. Excusas, planes, promesas, mentiras, sandeces, una y otra vez... Todos estamos todo el tiempo diciendo, o sea, hablando. Bla, bla, bla. Y el protagonista está harto hasta de oírse a sí mismo.
Una historia en cinco escenas: el amigo filósofo-suicida, la chica del sexo sin amor, el despido, el psiquiatra, la esposa. Cinco pequeñas historias descarnadas, deslabazadas unas de otras excepto por la referencia final a la bala en la sien que se cita al principio. Y juntas ¿qué cuentan?
A mí me han sugerido cinco etapas de la vida del hombre: los amigos de la juventud con las conversaciones pseudofilosóficas frecuentes en esa etapa; los amoríos que vienen después, en los que a menudo se confunde sexo y amor; el trabajo y el fracaso en el trabajo; el momento en que la psique no tiene más remedio que alterarse porque nada es como soñamos o deseamos que fuera; tampoco el matrimonio va bien y llega la ruptura. Estas tres últimas etapas, más largas y superpuestas.
Ya se sabe que cada uno entiende lo que quiere o puede. Yo veo aquí la historia de una decadencia. La recapitulación de una vida fracasada, con hastío y algo de misantropía. Por lo demás, me gusta mucho. Muy de acuerdo con Belén, Luisa y Mario. Por decir algo crítico, la escena más floja en mi opinión es la del despido laboral. Si vuelves a este texto, quizá podrías "elevar y limpiar" esa parte, normalizarla con el resto.
Abrazos.
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Saludos desde Barcelona - España.