Orígenes del templo

A un observador cuidadoso le llama la atención que la basílica de Santa Lucía esté construida en su totalidad con sillares reutilizados que pertenecieron a otros edificios más antiguos. Y muchos de ellos, cerca de cincuenta, contienen inscripciones de época romana. Una docena de estas inscripciones son aras, o sea, altares dedicados a una diosa indígena anterior a la época romana llamada Ataecina. El nombre completo de la diosa era

DEA DOMINA SANCTA TURIBRIGENSE ATAECINA
Diosa Señora Santa de Turóbriga Ataecina

Esta diosa celtibérica fue asimilada posteriormente a las diosas romanas Ceres y Proserpina. Tenía su culto principal en Turóbriga, ciudad celtíbera citada por el historiador romano Plinio y cuya antigua ubicación aún no se conoce. Plinio la sitúa en la céltica Betaria, donde tenía un templo dedicado a su culto.

Por lápidas halladas en Medellín y otros lugares se comprueba que era designada como Dea Dómina Ataecina Turobrigensis Proserpina , o simplemente como Dea Dómina Ataecina Turobrigensis. Tenía carácter legífero y tesmofórico porque velaba por la observación de las leyes y había enseñado a los hombres los rudimentos de la civilización. Era también diosa infernal, agraria y telúrica, velando por la moral y concediendo premios y castigos. Tenía poder para descubrir los objetos robados y castigar a los ladrones. Muchas lápidas votivas de sus adoradores contienen oraciones e invocaciones para protegerse de los robos o para recuperar objetos robados. Era una diosa lunar. Aunque su culto principal fue en la aún desconocida Turóbriga estuvo también muy extendido por toda la Bética y Lusitania. .

Las aras eran ofrecidas por los seguidores de Ataecina para cumplir votos. En su superficie superior suele haber unos huecos, generalmente cuatro, uno por cada pata, que servirían posiblemente para sujetar una estatuilla de cabra realizada en bronce como las que se puede ver en los museos de Lisboa, Cáceres y Madrid y que recordarían o sustituirían la ofrenda hecha a la diosa de este animal.

Ataecina era diosa de Turóbriga, quizás un pueblo no muy importante porque no existen otras referencias de él. No sabemos hoy día dónde se encontraba pero no pudo estar demasiado lejos de esta zona de el Trampal y Alcuéscar

Dado el gran número de inscripciones de Ataecina se pudo pensar que hubo aquí un santuario de la diosa. Pero como junto a las aras hay inscripciones funerarias que pertenecieron a una necrópolis también podemos pensar que allí estuvo el pueblo de Turóbriga o algún otro poblado con culto a esa diosa. Ambas ideas podrían estar avaladas por el descubrimiento de restos de muros debajo de la iglesia, por tanto anteriores a su construcción, aparecidos en las excavaciones arqueológicas. Sin embargo en los alrededores de la iglesia no se conoce ningún otro indicio que demuestre existencia de un asentamiento fechado en las siglos I y II de nuestra era, fecha de las inscripciones. Sólo a 1 ó 2 Km hacia el pueblo de Alcuéscar hay restos que pertenecieron a una casa de campo romana, pero son del siglo IV.

No podemos asegurar que en el lugar del Trampal hubiera un santuario dedicado a Ataecina ni que allí estuviera el pueblo al que el santuario servía, pero sí que en el caso de que no estuviesen allí, ambos estarían lo suficientemente cerca como para que sus piedras pudieran ser trasladadas en carros hasta el lugar donde se decidió construir la iglesia, siglos más tarde.

Con la conversión al cristianismo del imperio de Roma (finales del siglo IV, emperador Teodosio el Grande, aunque estaba aceptado y muy difundido desde el año 313, por el Edicto de Milán promulgado por Constantino) cayeron en desuso los santuarios paganos por lo que la antigua construcción del Trampal dedicada a Ataecina debió de ser abandonada. El imperio romano entró a partir del siglo III en una crisis que lo llevó a su desaparición. Consecuencia de ello fue la invasión de las tierras europeas por pueblos extranjeros, los bárbaros, y su disgregación política en múltiples estados que tuvieron una vida agitada e inestable. En el año 415 entraron los visigodos en nuestra península bajo el mando de Ataulfo. Este pueblo profesaba un cristianismo herético, el arrianismo, que no reconocía la unidad de la Santísima Trinidad. Con Leovigildo se unificó toda la península bajo un solo reino con capital en Toledo, formando el primer precedente de lo que hoy es España, y con su sucesor Recaredo se convirtieron al catolicismo romano, abandonando el arrianismo. Es en esta época visigótica, en los siglos VI ò VII, cuando debió de construirse la iglesia del Trampal.

A comienzos del siglo VIII, en el año 711, la aparente unidad que habían logrado los visigodos en la península desapareció con la llegada de pueblos bereberes y árabes unificados por la recientemente fundada religión islámica, que sustituyeron el reino de Toledo por el de Al-Andalus en casi todo el territorio peninsular. De este modo tuvieron que convivir comunidades de dos religiones distintas: la cristiana y la musulmana. Los cristianos tenían dos alternativas, o quedarse en sus tierras de nuevo domino musulmán o huir a las tierras independientes del norte de España donde se estaban formando nuevos estados. Los musulmanes llamaron a los primeros mozárabes, que al principio eran mayoría en Al-Andalus, para disminuir después su número rápidamente, unas veces por convertirse al islam, otras por huir a los estados cristianos, hasta casi desaparecer en el siglo X.

Se creía que los mozárabes de las tierras musulmanas no habían podido construir iglesias y por ello se supuso que sus iglesias tenían que ser anteriores, de la época visigoda, momento al que se adscribió la iglesia de Santa Lucía. Pero al contrario, es muy posible que con la llegada de los musulmanes se abrieran nuevas rutas comerciales y culturales con el extremo oriental del Mediterráneo - Egipto, Siria, Jordania, Turquía - a través de las cuales llegarían los artesanos, las formas y las técnicas precisas para poder construir edificios tan singulares y excepcionales como el del Trampal. Los arcos de herradura como los que aparecen en el crucero de Santa Lucía son característicos de la arquitectura árabe aunque también se encuentran en construcciones visigóticas como San Juan de Baños, por ejemplo. Es posible que estas novedades constructivas y artísticas, en las que entonces eran punteros los musulmanes, empezaran a ser transmitidas a los pueblos cristianos del Norte de España y a los pueblos europeos a través de las obras realizadas por los mozárabes. En resumen, aún no podemos afirmar cual de las dos teorías, la visigoda o la mozárabe, es el verdadero origen de la basílica pero en cualquier caso su importancia es excepcional y los estudios futuros desvelarán datos de gran interés que puede que modifiquen algunos de los conceptos históricos de nuestra comarca.

El documento más completo hasta ahora sobre esta iglesia es el tomo 2 de Memorias de Arqueología Extremeña, realizado por los arqueólogos D Luis Caballero Zoreda y D. Fernando Sáez Lara en 1999 y publicado por la Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura (ISBN 84-7671-490-4 , puede adquirirse directamente en Internet pulsando aquí, información que facilito sin ningún otro interés que el que pueda ser de utilidad para alguien) y cuya consulta recomiendo a quienes quieran ampliar información sobre este monumento. Se hace una descripción exhaustiva de los hallazgos y de los trabajos, con amplísimo material gráfico. El título de este libro es 'La Iglesia Mozárabe de Santa Lucía del Trampal', es decir, los directores del estudio arqueológico que llevó a cabo el CSIC sobre Santa Lucía dan por seguro ese origen mozárabe al que nos hemos referido anteriormente. Aunque todavía otros mantienen un origen visigótico. El estudio riguroso de la basílica y de los datos y materiales aparecidos en las excavaciones ayudarán a despejar esta incertidumbre.