EPÍLOGO

Quiero terminar esta historia haciendo una exaltación a la vida. Que nuestros lectores se convenzan - sobre todo los más jóvenes - de que no hay nada más hermoso que vivir la vida.

Los pueblos también tienen vida. Nacen y crecen como cualquier ser vivo. El nuestro tiene ya casi 1.200 años. Cada pueblo es un proyecto de futuro de sus gentes que va mucho más allá de lo que cada uno de nosotros en el corto periodo que vive el ser humano puede realizar. Es el conjunto del trabajo de su gente a lo largo de la historia lo que forja ese proyecto.

En definitiva Alcuéscar será lo que sus gentes quieran. Si queremos un pueblo grande y rico y trabajamos para ello, lo será. Si queremos un pueblo limpio y ordenado, sin delincuencia ni vandalismo y ponemos en ello nuestro esfuerzo, lo tendremos. Donde pongamos semilla y trabajo obtendremos fruto. Donde no, sólo cizaña. Dentro de cincuenta años - o de doscientos - Alcuéscar puede ser uno de los lugares importantes de España o por el contrario, puede hasta desaparecer del mapa. Lo que suceda depende sobre todo de nosotros mismos.

Muchos han vivido antes que nosotros. Esta Historia quiere ser un homenaje a ellos. La gran mayoría son personajes anónimos de los que sólo conocemos algunas de sus obras. ¡ Que grandeza la de los constructores de la basílica de Santa Lucía!. A unos pocos, algunos de los más recientes, los identificamos plenamente y hasta los hemos conocido. ¡ Que extraordinaria sabiduría la de don Eduardo Hernández Pacheco y qué orgullo para el pueblo!. Por citar sólo dos ejemplos.

El último y definitivo juicio en la tierra es el de la Historia. Ella bendice o maldice a los hombres según la huella de sus actos. Queridos jóvenes que leéis estas líneas, os pido que viváis vuestra vida de modo que vuestra historia, grande o pequeña, merezca la aprobación y el respeto de los que vendrán después. Si apartáis de vuestras vidas el egoísmo y el odio y procuráis vivirla con criterios de justicia, paz y solidaridad tenéis el éxito asegurado. Os lo deseo con entusiasmo.

El Autor
Alcuéscar, 1999