Las "arrugas" son sólo unos pocos detalles sin mayor importancia en la historia, hasta el punto que la mayoría de lectores que pasaran a releer este texto ni se darían cuenta de que lo has editado, si no fuese por el aviso al pie que el foro coloca automáticamente. Lo que más importa es la historia, Milagros, y si tienes mucho que decir no puedes plantearte que la Literatura sea lo tuyo o no, porque no tienes alternativa. Ella te ha elegido.
Puedes hacerlo mejor o peor, eso sí, y lo que se espera de alguien que se dedica a algo con pasión porque lo siente como una necesidad, o casi, es que tienda a hacerlo bien, cada vez mejor. Faltan pocos meses para que se cumpla un año desde que nos conocimos en Prosófagos —¿ya?, pues sí— y en este tiempo creo que se nota una evolución en tu manera de escribir. Así que no tengas dudas, porque sólo se trata de seguir un camino por el que circulas sin problemas.
El trabajo de un escritor no es sólo escribir; también es leer. Leer de verdad, captando el contenido en fondo y forma con toda atención, leyendo exactamente lo que está escrito, comprendiendo que nada de lo que contiene es indiferente, ni una coma, ni un acento —ya me cansé de llamarlos tildes—, ni una palabra... Leer bien es un alarde de consciencia.
Cuando el escritor ha terminado de redactar llega el momento del repaso, eso que no te gusta mucho. O sea, llega el momento de leer. Si no lee como debe hacerlo, si se limita simplemente a pasar la vista por las líneas como para asegurarse de que siguen ahí todas las letras que escribió, no captará realmente lo que ha escrito; sólo volverá a recrear el tema en su imaginación, tal como lo imaginó, no tal como lo escribió. Para leer bien hay cuatro elementos que me parecen indispensables:
-la práctica: haber leído bastante.
-la atención, para captar todo tal cual está escrito.
-la imaginación: hay que leer imaginando visualmente la acción descrita, "viéndola".
-la lógica, o sentido común, cribándolo todo.
Por ejemplo, cuando se lee "primer piso", si se lee a la ligera, sin prestar atención, sin imaginar visualmente, el lector no "verá" que el primer piso no es el nivel de la calle sino uno superior, ni que la recepción de una residencia de ancianos está al nivel de planta baja. Pero si lo lees con atención y lo imaginas, el sentido común te enciende rápidamente una luz roja. Y así con casi todos los detalles comentados.
Código:
cuando me lo dices, lo veo tan claro que no sé cómo no he podido reparar en ello
Esto es importantísimo y muy positivo. Hay autores que porfían con sus errores. Con ellos no vale la pena perder ni un minuto. Otra cosa es lo opinable, el estilo... Recuerdo a alguien que se empeñaba en que dos personajes se hablasen de usted en el siglo XIII. Una de las últimas entradas del blog de Blanca habla más o menos de este tema. Es muy acertada.
Lo de poner minúscula detrás de los dos puntos ya se comentó hace poco. Podrías tener una especie de libreta de apuntes para anotar estos pequeños detalles e ir repasándolos de vez en cuando, o consultarlos cuando tengas alguna duda, aunque con el DPD realmente no hace falta.
El relato muy breve, casi micro, te obliga a reducir y concentrarte en el tema. Es un ejercicio de síntesis que te ayudará también para escribir relatos más largos. Una de las entradas en General del desaparecido Prosófagos comentaba sobre un autor conocido, no recuerdo quién, en un tema de estilo, que decía que había que ser lo más conciso posible hasta el punto de que, entre dos sinónimos equivalentes, era preferible el más corto. Me chocó este punto de vista pero después me di cuenta de que yo no estoy lejos de esa opinión. La mente es muy rápida imaginando y si la lectura se hace lenta y da rodeos... la imaginación se va, entran otras cosas, ¿dónde iremos de vacaciones este verano?, ¿me cambio el coche o espero todavía?, ja ja ja, sucede como en el video de los ojos brillantes de Benjamin Zander. Se desconcentra, se aburre y deja el libro.
Una última cosa: he leído en Prosadictos el comentario de MMS sobre los que esperan la muerte y los que no. Reconozco que, de entrada, lo interpreté como ella, aunque después reconocí tu interpretación y me pareció también válida. Por eso no lo cité en mi comentario anterior, pero ahí existe un punto de confusión en la lectura; ahí el lector tropieza. Una posibilidad que eliminaría esta confusión sería la siguiente:
Veinte camas, veinte almas con un pasado distinto. Dieciocho que sólo esperan la muerte; unos con serenidad, otros con angustia, los más con resignación. Dos, aún con ganas de vivir.
Es casi lo mismo pero ya no se tropieza. Te lo comento ahora para que lo consideres, aunque no es imprescindible.
Sin dudas y adelante, Milagros
Abrazos.