El nacimiento de la luna
Hace mucho tiempo, cuando los hombres apenas comenzaban a poblar el mundo, vivió una joven de nombre
Mwezi, era la más bella y admirada de su región, pero ella no tenia ojos más que para su amado sol.
Su padre,
Mwamba, era uno de los hombres más respetados en la tribu y por ello, deseaba que su hija se desposara con alguien digno de seguir sus pasos.
Por su parte, ella se pasaba todos los días viendo hacia el cielo y fantaseando con su amor, susurrándole sus palabras al gentil viento para que este las transportara hasta donde el astro rey brillaba, mientras contemplaba a la joven con cariño.
Un día, su padre pidió su presencia y a solas le comunico que un joven guerrero había ido a pedir su mano, por lo que ella, invadida por un sentimiento de pesar, acudió sin demoras a una colina cercana a su casa y antes de que el sol se ocultara, le contó los deseos de su padre.
Temerosa por volver a su hogar, la joven decidió quedarse y pasar la noche en la colina, sin sospechar la decisión que había tomado su amado, movido por la desesperación.
Al día siguiente, antes de que amaneciera, el sol le pidió a las nubes que cubrieran los cielos para que nadie se percatara de su ausencia, y tomando forma humana, descendió a encontrarse con
Mwezi. Juntos por primera vez, se juraron amor eterno y robándole al día un poco de tiempo, los dos se permitieron sentir la felicidad que en esos momentos los embargaba.
Mwamba, preocupado por la ausencia de su hija durante toda la noche, salió a buscarla por los alrededores. Al atardecer, cubierto por el sudor y sintiéndose abatido por la suerte de la joven, subió la colina, en donde descubrió a los amantes juntos sobre la mullida hierba. Enfurecido, el hombre tomo a su hija del brazo y a pesar de los ruegos y ademanes que efectuaba la joven para soltarse, la obligo a seguirlo.
El sol quiso evitar que
Mwamba se la llevara pero en ese momento, las nubes le advirtieron que si no volvía a tomar su lugar en el firmamento, los dioses se darían cuenta de su falta y lo castigarían, ya que nadie podía quebrantar los designios de los dioses.
De un salto, el sol volvió a su morada con mucha tristeza, dedicándole sus pensamientos únicamente a su amada.
A la mañana siguiente, el emergió una vez más, sin embargo, ese día las nubes lo recibieron con una terrible noticia,
Mwezi se había quitado la vida en un intento por evitar la boda con quien su padre había escogido, abatido por la noticia, el sol se oculto entre las nubes que dejaron fluir sus lagrimas por él.
Durante 2 lunas llenas, el sol se reusó a iluminar el valle, pronto los seres vivos que habitaban el lugar comenzaron a padecer su decisión, solo hasta que los dioses vieron peligrar la vida en la región, fue cuando acudieron a él.
Este les relato todo lo ocurrido y cuando termino, los dioses se reunieron a pensar en una solución.
Cuando la tuvieron, rodearon al sol y le preguntaron si estaba dispuesto a cederle un poco de su vida a
Mwezi, este respondió inmediatamente que si, por lo que uno de los dioses tomo una parte de él y se la llevo a las tinieblas de la noche, en donde la arrojo a lo más alto del cielo y dejo que esta resplandeciera, al mismo tiempo que el espíritu de
Mwezi se fundía con aquella parte de su amado.
El sol se encontraba a punto de expresar su agradecimiento, cuando uno de los dioses le dijo que, a pesar de que
Mwezi no moriría, el no la volvería a ver nunca más, había cometido una falta muy grande al haber dejado su lugar en el cielo y por ello, tanto él como ella sufrirían el castigo, y por ello es que hoy en día el sol y la luna solo pueden salir cuando no está el otro, aunque algunas veces, los dioses se apiadan de ellos y los dejan reunirse por breves momentos, a esos sucesos se les llaman eclipses.
*Mwezi – luna en Swahili
*Mwamba – roca en Swahili
Aprovechare unas pocas lineas para presentarme, soy AminE y me gusta mucho escribir, se que aun me falta un gran camino por recorrer y por eso acudo a ustedes.
De antemano, les agradezco.