Un cuento bastante agradable, en el que se pone de manifiesto que el carácter no cambia con la edad, sea para bien o para mal.
Me ha gustado la manera de hilvanar las ideas: una anciana caminando con pasos apenas audibles, lo que da lugar al encontronazo con otra anciana que, malhumorada igual que la primera, reacciona con un enfado ante un choque involuntario.
El encuentro y reconocimiento las alegra, y al parecer ninguna recuerda el motivo del alejamiento hasta que aparece la camarera con las uñas pintadas.
Se desata una discusión que viene a ser una continuación de su enfado tantos años atrás.
Aprovechan ambas para despedirse sin pagar el café.
La frase a la que alude Panchito me parece bastante clara como está. Donde sí he tenido problemas es para dilucidar quién es quién en los diálogos, y la falta de acentos.
- Óigame usted ¿Por qué no se fija por donde (dónde) va? – de inmediato, la figura enfrente de ella, (frente a ella) volteo.(volteó) Dejando ver a una persona aproximadamente de su misma edad. La vieja, de sobrero ancho y adornado, la miro (miró) coma, altiva.
Solo en este corto párrafo existen tantos retoques que creo que habría que reescribir todo el cuento. También te sugiero que repases el uso de las rayas para diálogos, deben ir largas y pegadas de las letras.
Un placer leerte y un gusto que estés aquí, AminE
Blanca
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