En agradecimiento a vuestra más que amable acogida a este pequeño “pensamiento en color amarillo” que os dejé, aunque reconozco que algo avergonzado de mi osadía, os explicaré de donde procede. Hace años, bastantes, leí, y me afectó profundamente, una novela que deambulaba por casa. Se llamaba El viejo y el mar, escrita por Ernest Hemingway. En su parte primera, este gran escritor, nos muestra los pensamientos de un viejo que, al final de su vida, se enfrenta a sus recuerdos. De allí y de mi loca imaginación, surgió la figura de Ernesto (en agradecimiento a Hemingway, por su novela) un viejo de ochenta y tres años que, muerta su querida esposa, sin hijos y aislado de la vida, sale a pasear por la playa donde tiene un apartamento y dialoga. Sí, dialoga con el mar, aunque es un diálogo estilo Platón, ya que él mismo se contesta. En ese largo diálogo el mar le contesta a una de sus preguntas con una preciosa puesta de sol en la que todo el paisaje va cambiando de color a medida que el sol se va “acostando” en el mar y, ahí, es cuando surge la forma de ver la vida, según el cristal con el que se mira. Este que os he colgado es uno de los siete colores del arco iris y de los siete pensamientos de mi querido viejo Ernesto. Ahora contestaré a todos vosotros. Ya lo hice a Jósgar. Milagros: “Las piernas me piden descanso, pero la edad y la niebla, que poco a poco va inundando de tibieza el paisaje, me aconsejan seguir andando.” Aquí, Milagros, intento decir que las viejas piernas se cansan, pero que no puedo parar porque la edad me recuerda que la niebla puede hacerme más daño que el cansancio. “por algunos recuerdos y deambulo lentamente hasta encontrarme con la soledad.” “a cambio, recibo a alguien con quien conversar, con quien intercambiar sueños que, de otra forma, irían al fondo negro y silencioso del olvido.” Ese “alguien” que encuentro para conversar es mi propio yo, que solo se deja “ver” cuando estoy solo. Gracias por tus bellas palabras y me siento muy satisfecho al leer que te identificas con mis palabras. Pepa: Creo que tienes mucha razón al decir que la descripción de los pensamientos nos lleva obligadamente a las frases teóricamente deslavazadas, como divagando sobre lo que se piensa. Un pensamiento razonado no es posible cuando lo que haces es pensar en tus sentimientos. Cualquier signo externo al pensamiento, el frío, el cambio de luz, el aire… nos hace cambiar nuestro monólogo interiorista y aparecen las divagaciones. Veo que me has entendido muy bien. En cuanto a la relación del color amarillo con la noche de reflexión, no es así, la relación está entre el color amarillo y la soledad ante la muerte. Observa una curiosidad. El arco iris comienza con un rojo (la vida, la fuerza, la plenitud), le sigue el anaranjado (se va perdiendo la fuerza, pero aumenta la experiencia), el amarillo (la muerte, el olvido), Verde (la esperanza de que no todo ha muerto, de que algo se va acercando) el azul (el otro lado, la paz, la felicidad, la inocencia), el añil (de nuevo va apareciendo la vida que cobra fuerza, el rojo que se mezcla con él, volvemos a vivir de nuevo), el violeta (todo va camino de empezar de nuevo, el rojo va ganándole espacio al azul y terminará por anularlo para renacer a la vida de nuevo. De aquí mi relación entre el amarillo y la soledad, la cercanía de la muerte. Gracias, Pepa, por tus últimas palabras. De verdad que me han impresionado. No puedo entender que algo escrito por mí pueda producir ese efecto en otras personas. Gracias. Blanca: Sí, Blanca, así nos vamos haciendo viejos, acostumbrándonos a lo que la corta vida que nos queda por recorrer nos puede deparar y aceptándolo porque, en el fondo, aunque nuestros actos no lo demuestren, somos seres inteligentes y, ante lo inevitable, sabemos aceptar que así ha de ser. Gracias por tus palabras y más, viviendo de una escritora a la que tanto admiro. Panchito: Ante todo, ya he rectificado esa “cavidad”. Gracias por el apunte; creo que, en el fondo, pretendía escribir algo en “prosa poética”, por eso la rima, pero no salió muy bien. En cuanto a que te haya impresionado, esas son palabras muy fuertes viniendo de ti. Te digo como a todos mis nuevos amigos: “No hay nada mejor que tener buenos amigos que nos animen a seguir”. Gracias, gracias, hasta que tus ojos se cansen de leer mi sincero agradecimiento. Ansape: Agradezco tus palabras de ánimo, amigo. Realmente, con esta explosión de amables palabras de ánimo, me habéis alegrado, no ya la tarde, sino toda la vida, pues pocas veces me dejo leer, solo en mi blog, y lo he abandonado por “vergüenza” de que alguien con conocimientos me pudiera estar leyendo. Escribo en algún foro, pero es para aprender a hacerlo, aunque lo abandono cuando tomo conciencia de lo mal que escribo. Gracias a todos por vuestras palabras y perdonad la extensión de mi agradecimiento.
_________________ Leo para aprender a escribir; escribo para aprender a leer.
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