EL PERIODO VISIGODO

Al inicio de la Edad Media las tierras de España estaban poco pobladas predominando pequeños asentamientos fortificados. Rota la pax romana con la caída del Imperio se inicia una época de incertidumbre. Sin embargo fue probablemente en este momento de la historia, en el siglo VII, cuando se construyó la Basílica de Santa Lucía del Trampal, lo que indica que en aquel tiempo hubo aquí una actividad espiritual y probablemente también civil y económica extraordinaria y aún no conocida.

Los godos primero y los musulmanes después convierten estos territorios en permanente campo de batalla lo que obliga a la población a establecerse y fortificarse en lugares estratégicos para la supervivencia. Esta suerte corrieron Montánchez, Medellín, Trujillo, Alcántara y Cáceres por nombrar los lugares más influyentes de nuestro entorno. El nacimiento de Alcuéscar, al igual que otros pueblos de la comarca, debe su origen a los avatares de estas fortalezas. A este respecto dice D. Tirso Lozano en su Historia de Montánchez:

Terminada la gran obra de la constitución visigoda, llevada a cabo por medio de los concilios Toledano y Emeritense vino el periodo de decadencia en los reinados de Ervigio, Egica y Witiza, para terminar en el de don Rodrigo.

El poder de los reyes visigodos estaba muy mermado por las incesantes intrigas y conspiraciones de una nobleza siempre en armas. Sus reinados eran generalmente muy breves. Mientras esto sucedía en nuestra península, en Arabia el profeta Mahoma fundaba el Islam en el año 622 y lanzaba a su pueblo a una guerra de expansión calificándola de santa. Desde Siria se expandieron por todo el norte de África donde fueron reclutando nuevos pueblos para su campaña. En el año 710 se encontraban al otro lado del estrecho de Gibraltar preparándose para la invasión. El canónigo Tirso continua diciendo :

Sea cual fuere la causa de esta decadencia, que esto lo dejamos a la Filosofía de la Historia, es lo cierto que debido a las intrigas de don Julián y de los judíos - rechazada por la crítica histórica la fábula de la Cava - vinieron los árabes a España y visto el buen éxito de sus primeras escaramuzas, en el año 711 vióse pasar el Estrecho de Gibraltar un ejército de 12.000 hombres mandados por Tarik y acaudillados por el alevoso don Julián con el fin de presentar batalla al mismo don Rodrigo. Este a su vez se preparó para salir al encuentro con un ejército de 100.000 hombres - según el relato del moro Rasis, si bien no llegaría a la tercera parte según otras fuentes - en cuyas filas figuraban el conde de Mérida, Tendero, con 4.000 y el arzobispo de la misma con 1.000 caballeros reunidos en Mérida y sus inmediaciones debiéndose suponer con bastante fundamento que Montánchez por ser una de las principales dependencias junto a Mérida enviaría su contingente al mando del arzobispo.

El general al mando de los ejércitos musulmanes era Muza. Este ordenó finalmente a Tarik, gobernador de Tánger, que con 7.000 hombres - algunos más según otros historiadores - cruzase el estrecho e iniciase la invasión. Vino favorecido por la ausencia de don Rodrigo que se encontraba sofocando una rebelión en Vasconia, y por la colaboración de traidores como el conde D. Julián que le acompañaba en la travesía. El 28 de abril del 711 se produjo el desembarco. Fueron muchos los éxitos que obtuvo en sus primeras escaramuzas. El rey don Rodrigo se apresuró a formar un gran ejército para hacer frente a la invasión y tuvo lugar, el 19 y 20 de julio de ese año, una gran batalla en la laguna de Janda llamada batalla de Guadalete. La batalla fue inicialmente favorable a los cristianos sobre todo gracias a la caballería de la que los berberiscos carecían. Pero las incontables traiciones de que fue objeto el rey decantaron la batalla del lado del invasor. Unos dicen que don Rodrigo murió y otros que se refugió en el Alcázar de Cauliana, junto a Mérida. Si fue así le sirvió de poco porque Muza envidioso de los éxitos de su lugarteniente Tarik pasó el estrecho al año siguiente con 18.000 hombres y en el 713 ya se había apoderado de Mérida y Montánchez. En la ya referida Historia de Montánchez se relata así este episodio:

Avistáronse los dos ejércitos junto a Vejar de la Frontera y a orillas del Barbate y el lago de Janda se trabó la batalla que duró indecisa por espacio de siete días en los cuales por las dos partes se riñó con gran furor. Al amanecer del día 26 de Julio (domingo) las huestes que componían las dos alas de nuestro ejército mandadas por los dos hermanos Witiza, don Opas y Sisberto, se pasaron al enemigo, permaneciendo los soldados de Mérida en el centro con don Rodrigo; se sostuvieron por algún tiempo pero consternados al fin por la deserción de don Opas sucumbieron huyendo don Rodrigo con el Arzobispo de Mérida y algunos soldados nuestros quienes se refugiaron en el alcázar de Cauliana junto a Mérida, de donde partieron para Portugal, llevándose la Virgen de Cauliana, que fue colocada en una ermita junto a Viseo en donde se encontró después un epitafio que decía "Aquí yace don Rodrigo, último rey de los godos".

Destruida la monarquía visigoda en la triste y llorosa jornada de Barbate, España cayó en poder de los árabes en el espacio de tres años.

Montánchez con Mérida continuó adicto a su rey don Rodrigo, quien como dice el sabio académico de la Historia Fernández Guerra y Saavedra reinó dos años en la parte de Lusitania, situada entre el Tajo y el Duero, extendiéndose hasta Mérida y teniendo su corte en Viseo; hasta que Muza, envidioso de las glorias de Tarik, penetró en España y tomando a Medina-Sidonia, Carmona, Sevilla y Béjar, se dirigió a la célebre Mérida, capital de la Lusitania, a cuya vista, pasmado exclamó: "Parece que de todo el mundo se juntaron gentes a fundar este pueblo; dichoso quien fuese señor de él.". Después de un largo y porfiado asedio, sostenido por el alcaide cristiano Sacarén, Muza tomó a Mérida, debido a la celada en que hizo caer a los emeritenses, a la falta de vituallas y al artificio que usó de teñirse su barba y cabellos ya canos.

En el año 713, cuando Muza al mando de sus 18.000 árabes puros tomó la provincia lusitana de Mérida, desapareció la sombra que quedaba de la monarquía visigoda; entonces cayó Montánchez en poder de los moros mandados por Muza quien después de tomar a Mérida se dirigió a Toledo por Talavera de la Reina, apoderándose de Montánchez y pueblos intermedios. Con la capitulación honrosa pactada por Muza con la cristiana y culta Mérida de conservar su fe, sus usos y costumbres; de retener sus haciendas los que quisieren quedarse en la ciudad o en los pueblos; de ir libremente donde quisieran, los que prefirieran salir, pero confiscados sus bienes, así como los de aquellos que hubieran puesto resistencia o muerto en la pelea. En virtud de esta capitulación y otras análogas quedaron muchos españoles viviendo en los mismos pueblos dominados por los musulmanes, sin perder sus bienes ni renunciar a Dios, ni a su religión y así es de creer que siguieran los cristianos hispanolatinos y godos de Montánchez. Y dichos cristianos son conocidos en nuestra historia con el nombre de muzárabes o mozárabes (mezclados con árabes). Conviene advertir que el respeto ofrecido por los musulmanes a los mozárabes en punto a su religión, tenía la misma limitación que establecía nuestro Código fundamental para las sectas disidentes, esto es: el culto público; de suerte que el de los cristianos sólo podía celebrarse en sus iglesias. La relativa benevolencia con que trataron a los vencidos explica, junto con el auxilio de los judíos, la facilidad y rapidez con que fue sometida España por los árabes, y eso que las razas berberiscas que acompañaron a Tarik saquearon casi todas las iglesias, en botín de guerra, llevando todos sus tesoros y alhajas de oro y plata.

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